Hay vitaminas que están hechas para una parte de nuestro cuerpo, casi. O al menos así parece con un nutriente tan particular como es la vitamina K, mano de santo para la salud de nuestros huesos, con el fin de que estén sanos y fuertes, y también sean una gran fuente de energía para muchas de las funciones que sume nuestro organismo.
Si bien es cierto que la alimentación sana y equilibrada ayuda a darle consistencia a los huesos, es el propio esqueleto el que se beneficia de algunas vitaminas en concreto.
Así pasa con la vitamina K, que es una de esas vitaminas que incluyen muchos alimentos y ofrecen múltiples virtudes a favor de la salud de nuestro corazón.
Los expertos recalcan la importancia de este tipo de vitamina K, que normalmente no sufre de insuficiencia el ser humano, pero no es menos destacable que otras.
La salud de los huesos y los vasos sanguíneos toman clara ventaja respecto al desarrollo de otras funciones del organismo gracias a propiedades de la vitamina K.
¿Qué tipo de vitaminas K existen?
Normalmente, la vitamina K1 es la presentación más conocida que existe de la propia vitamina K que conocemos todos, pero hay una transformación que mucha gente desconoce.
Y es que la vitamina K1 tiende a ser vitamina K2 con el objetivo de aportar beneficios a los huesos y a la circulación de nuestra sangre.
La vitamina K2 cumple todos los requisitos para que se considere como un nutriente esencial, tanto como para poder incluirla en cualquier tipo de dieta o página de recomendaciones saludables.
De hecho, hay estudios que van más allá y aseguran que el consumo de vitamina K2 ayuda a reducir el riesgo de ataque cardíaco o accidente cerebrovascular.
Asimismo, la vitamina K fija los huesos y no las arterias, previniendo la osteoporosis y la artrosis, y también esos posibles infartos.
¿Por qué nos conviene la vitamina K?
Tomar vitamina K ayuda a construir huesos y también tejidos muy saludables para nuestro cuerpo a través de las proteínas. Estas proteínas nos ayudan a coagular la sangre.
De forma que si no tienes suficiente vitamina K, el sangrado puede ser mayor si sufres de algún tipo de hemorragia.
¿Dónde encontramos la vitamina K entonces? ¿En qué alimentos? Pues aquí te dejamos una lista más que útil para que la tengas a mano y vayas al supermercado:
- Hortalizas de hojas verdes como la espinaca, col rizada (o berza), brócoli y lechuga.
- Aceites vegetales.
- Algunas frutas como los arándanos azules y los higos.
- Carne, queso, huevos y granos de soja.
Igualmente, las bacterias situadas en el intestino también producen pequeñas cantidades de vitamina K2, las que cuidan de nuestra flora intestinal.
Debemos ser cautelosos, según indican los expertos, en no pasarnos a la hora de consumir anticoagulantes y a la vez tomar demasiada vitamina K.