¿Imaginas ir a tu despensa para prepararte un Nesquik fresquito y toparte de repente con 9 millones de las antiguas pesetas? Eso es más o menos lo que le ha pasado a un hombre de Lugo, que compró una casa tiempo atrás con un tesoro escondido entre las famosas latas amarillas azules del máximo competidor del mercado de Cola Cao. Si bien es cierto que no deja de ser una de esas historias surrealistas que nos deja el verano, no por ello debe dejar de ser menos cierto.
Todo el mundo sabe en España que Nesquik es una marca y un producto de la compañía Nestlé, según indica la Wikipedia, que consiste en cacao en polvo soluble en la leche, que fue desarrollado en los Estados Unidos en el año 1948, e introducido en el mercado como Nestlé Quik. Fue en 1963, cuando Nesquik llegó al mercado español, con un éxito rotundo sobre todo en las generaciones más jóvenes que comenzaron a disfrutar de su sabor. Se puede decir incluso que el Nesquik le ha cambiado la vida a más de uno. Especialmente al protagonista de esta historia.
Así se encontró Toño nueve millones de pesetas en botes de Nesquik
Toño Piñeiro se compró una casa en Sober, una localidad de Lugo, donde vivir con su pensión de jubilación y toda la tranquilidad que da un pueblo como el lucentino. Había regresado de Valencia, donde había pasado sus últimos años a nivel profesional, antes de regresar a su domicilio natal.

Hasta 6 tarros con dinero se encontró en dicha casa Toño, pero claro, dinero del antiguo, de las antiguas pesetas. Con 9 millones de pesetas que al cambio acaban siendo unos 54.000 euros. Así lo ha avanzado el diario El Progreso de Lugo, que cuenta cómo dicha casa lleva 40 años abandonada hasta que decidió reconstruirla.
Esto es lo que hizo Toño con el dinero de las pesetas
Con los dos primeros botes de Nesquik llenos de pesetas que halló Toño, se hizo el tejado. Pero se ha ido encontrando más progresivamente y desde el año pasado, el Banco de España ya no cambia esta antigua moneda por los euros que llevan implantados durante todo el siglo.
La casa de este flamante tesoro de cacao y suerte perteneció a Manuel do Xentes, que fue un operario de una fábrica de cerámica y un tratante de ganado que iba vendiendo vacas por las ferias de la comarca. Toño sigue encontrando más billetes de pesetas cada vez que regresa a su casa, pero sabe que ya ese dinero sólo se le puede sacar rédito vendiéndolo a los coleccionistas. Lo que sí está claro es que esta historia siempre tendrá más valor.