Dylan, un niño de 12 años, se convirtió en uno de los primeros ángeles de la guarda de Gracie, una perrita discapacitada abandonada a su suerte, al mejorar significativamente su vida encargándose de fabricar su primera silla de ruedas con piezas de LEGO.
Cuando Gracie era apenas un cachorro la abandonaron sin piedad a las puertas de un veterinario. La razón por la que sus antiguos dueños decidieron considerar esa opción válida fue un defecto de nacimiento por el cual Gracie había nacido sin patas delanteras.
Cubierta por gusanos y en un estado evidente de abandono, el veterinario se encargó de sus primeros cuidados. Pasado un tiempo se encargó de buscarle un lugar donde pudiera tener una segunda oportunidad.
Esa oportunidad llegó cuando Gracie fue trasladada al refugio de animales Mostly Mutts, regentado por una familia que, además de buscar hogar para sus animales, predica con el ejemplo cuidando de dos perros discapacitados. Gracie no pudo haber caído en mejores manos.
La familia Turney enseguida se dio cuenta de que Gracie necesitaba mejorar su movilidad y para ello hacía falta fabricar una silla de ruedas. El problema era que necesitaba una que evolucionase a medida que ella fuera creciendo hasta la definitiva.
Fue en ese momento cuando contactaron con Dylan, un voluntario del refugio de tan solo 12 años. Dylan se ofreció para construir su primera silla de ruedas con piezas de LEGO y de mejorarla durante toda la etapa de cachorro de Gracie.
El invento funcionó y, aunque la perrita tardó un par de semanas en acostumbrarse, su calidad de vida y su autonomía mejoraron mucho. Cuando finalmente tuvo la edad suficiente, pasó a una silla de ruedas «adulta», la definitiva.