Cuando una persona piensa en hacer un testamento, lo habitual es que se refiera al documento mediante el cual, puede establecer qué quiere que ocurra con su herencia cuando fallezca. Pues términos como testamento, herencia o bienes, se atribuyen con facilidad al fallecimiento de una persona. Y no es algo desencaminado. Sin embargo, debido a lo triste del tema, pocas personas se interesan por este trámite hasta que lo necesitan, y menos aun, profundizan en si hay algo más.
Y lo hay. Pues un testamento no deja de ser un documento oficial, donde dejar establecidas unas pautas. Así pues, de igual modo que existe el que se realiza para seguir lo indicado cuando el testador fallezca, existe otro mediante el cual, las indicaciones marcadas pueden ser válidas incluso antes de que fallezca la persona que lo realizó. Por tanto, son dos tipos de documento diferentes, pero totalmente compatibles.
En este segundo caso, nos referimos al testamento vital. Se trata de un documento mediante el cual una persona puede dejar constancia sobre los cuidados o destino de su cuerpo para antes y después de fallecer. ¿En qué casos podría una persona plantearse hacerlo? Por una parte, puede exponer su voluntad sobre si quiere o no someterse a ciertos tratamientos, en el caso de enfermedad, una vez perdida su capacidad para expresase personalmente.
Por otra parte, puede decidir sobre destino de su cuerpo o de sus órganos una vez haya fallecido. En definitiva, todo gira en torno al cuidado y al cuerpo de la persona, pero no se hace ningún tipo de referencia al futuro de los bienes, derechos u obligaciones de la persona, ni sobre quiénes quiere el testador que sean los herederos. Por tanto, la diferencia sobre su uso y fin, es bastante clara.
¿Qué es el testamento vital?
El testamento vital tiene el objetivo de recoger la voluntad de la persona para dejar de forma oficial la voluntad del testador sobre dos cuestiones diferenciadas. Por una parte, sobre los cuidados o los tratamientos a los que sí y no le gustaría someterse si en algún momento pierde la capacidad para poder expresarse. Esto significa, que una persona puede decidir por adelantado sobre temas como recibir tratamientos paliativos o no hacerlo, así como la petición de ayuda para morir mediante eutanasia si su enfermedad no tuviese vías de mejorar.
Por otra parte, el destino que quiere que tenga su cuerpo tras fallecer. Esto significa, que puede dejar escrito que sus órganos sanos sean donados para personas a las que puedan ser necesarias, así como dejar su cuerpo para la práctica de futuros sanitarios o dejarlo para que puedan trabajar en investigaciones científicas.
¿Cuál es el lado positivo de llevar a cabo este documento? Fundamentalmente, ayudar a las familias en las tomas de decisiones importantes y quitarles ese sufrimiento extra. Pues llegado cualquiera de esos casos, el causante ya no podrá establecer su voluntad, y aunque en muchos casos ya no es ni consciente de lo que sucede, para los seres queridos son momentos de mucha incertidumbre y tensión. De este modo, siempre queda la tranquilidad de que se actúa según la voluntad del testador.
Cómo realizar este acto oficial
Es importante dejar claro, que para que un testamento vital sea válido, no basta con que el testador haya dejado escrita presuntamente su voluntad en algún papel perdido, ni que alguien hable en su nombre. Para que este documento sea válido, el primer requisito es que esté por escrito, y el segundo, que se formalice mediante alguno de estos tres procedimientos:
- Ante notario.
- Ante personal al servicio de la Administración designado por la Consejería de Sanidad.
- Ante tres testigos mayores de edad y con plena capacidad de obrar, de los cuales dos, como mínimo, no deberán tener relación de parentesco hasta el segundo grado ni estar vinculados por relación patrimonial u otro vínculo obligacional con el otorgante.