Aspace ha denunciado que el Sistema Nacional de Salud niega el acceso a una silla de ruedas eléctrica a personas con parálisis cerebral y con grandes necesidades de apoyo por su propia condición de personas con pluridiscapacidad. Un claro ejemplo de falta de inclusión con estas personas con discapacidad, como asegura Confederación ASPACE.
Además, explica que la previsión normativa del Sistema Nacional de Salud exige el manejo autónomo de la silla. Esto es algo que choca con la realidad de las personas con parálisis cerebral. Estas personas en un 80% de los casos tienen grandes necesidades de apoyo. Además, precisan de la asistencia de otra persona las 24 horas del día durante los 365 días del año. Por ello, la norma resulta discriminatoria para personas con parálisis cerebral. Y es que se impide la subvención de un producto básico para su vida y para su participación social en condiciones de igualdad.
Aspace señala la repercusión en las mujeres cuidadoras
Ante esta circunstancia de no poder acceder a una silla de ruedas eléctricas, las familias han de costearse este recurso. En este caso, su precio alcanza los 6.000 euros. A esto hay que sumarle las reparaciones futuras de las sillas, que oscilan entre los 1.000 y los 2.000 euros. Emilia Gutiérrez, madre de Víctor, asegura que “nunca he podido permitirme comprar una silla de ruedas eléctrica porque el coste es elevado, en torno a 6.000 euros. Con nuestra situación económica nos es imposible asumirlo”.
En caso de no poder afrontar este coste, las familias adquieren una silla manual manejada por la principal persona cuidadora que, en un 71,5% de los casos, son las madres. Al asumir los cuidados, estas mujeres renuncian a su carrera profesional y, además, reciben un impacto negativo en su salud por, entre otros motivos, el manejo de la silla sin un motor que reduzca su carga física.
Y es que, las madres de personas con parálisis cerebral precisan de tratamientos para el dolor e intervenciones quirúrgicas a causa de esta sobrecarga física, que acelera el proceso de envejecimiento y repercute en sus propios hijos e hijas con parálisis cerebral. “Tengo los tendones supraespinosos de los brazos como una soga gastada” explica Mª Dolores, madre de Raquel. “Uno de los brazos no puedo subirlo hacia arriba”, asegura. Aun así, las sillas de ruedas eléctricas se deniegan incluso contando con prescripción de medicina rehabilitadora y con un informe favorable de trabajo social respecto a la situación familiar.
Derecho a la movilidad personal
La denegación de las sillas de ruedas eléctricas vulnera el derecho a la movilidad personal de quienes tienen grandes necesidades de apoyo. La movilidad personal es un derecho llave para cualquier persona. Y es que esta le permite acceder al resto de derechos reconocidos en la Convención de Derechos de Personas con Discapacidad y a una vida independiente. Sin este derecho, sus salidas al exterior quedan limitadas e incluso pueden quedar recluidas al hogar.
De hecho, según el estudio elaborado por Confederación ASPACE, Percepción social de la discriminación en personas con parálisis cerebral, el 39,4% de los hombres con parálisis cerebral no ha podido ejercer su derecho a la movilidad personal. Este dato asciende al 60,6% en el caso de las mujeres con parálisis cerebral. José Carlos Verde, de ASPACE Gijón, señala que «la silla de ruedas eléctrica me daría libertad para salir, ir al cine, al colegio, hacer miles de cosas. Sin ella no puedo salir de casa».
Por ello, el Movimiento ASPACE solicita modificar el catálogo común de prestación ortoprotésica del Sistema Nacional de Salud. De esta manera, el requisito de acceso a la silla de ruedas eléctrica quedaría como «suficiente capacidad visual, mental y de control que les permita el manejo de sillas de ruedas eléctricas por sí mismas o con el apoyo de otra persona». Siempre y cuando «ello no suponga un riesgo añadido para su integridad y la de otras personas”.
Manuela Muro, presidenta de Confederación ASPACE, señala que «queremos que se reconozca la especificidad de esta pluridiscapacidad y las sobrecargas que viven las familias». «Conceder estas sillas a personas con parálisis cerebral y grandes necesidades de apoyo, les permitirá superar barreras de movilidad». Además, «posibilitará su autonomía y aliviará el impacto sanitario y económico de las familias, en particular de las madres cuidadoras».