«Del cerdo me gustan hasta los andares», es una de las frases más reconocidas por los amantes del jamón ibérico. Lo cierto es que hablamos de uno de los productos que más se identifican con la gastronomía española, no sólo por la procedencia de un alimento único, sino por su sabor y su calidad. Sin ánimo de que nadie deje ni mucho menos de consumirlo, hay una razón por la que no debemos abusar tanto del jamón ibérico como nos gustaría.
Es decir, se aclara desde primera instancia que el jamón ibérico, en su medida, es beneficioso para nuestro cuerpo y sobre todo para nuestro paladar. Hablamos de un bocado de categoría.
Pero al igual que ocurre con otros alimentos, hay diferentes problemas que pueden surgir en nuestro organismo si caemos en la tentación de consumir demasiada cantidad.
Esto se debe a que el mapa nutricional de un embutido como es el jamón serrano difiere en diferentes circunstancias de otro tipo de alimentos como el jamón cocido o el chorizo.
¿Qué le pasa entonces al jamón ibérico? La verdad es que nada. Entra como entra y es un alimento que puedes desayunar, merendar o cenar. La clave está en no hacerlo todo a la vez el mismo día.
Los grandes beneficios de consumir jamón ibérico en su justa medida
Es hora de recordar en este punto cuáles son las grandes ventajas que tiene comerse una tapita de jamón serrano o pedirse una media ración con un amigo. Las virtudes nada más hay que leerlas:
- Tiene proteínas
- Es fuente de vitaminas B1, B6, B12 y ácido fólico
- El jamón ibérico es muy rico en vitamina E, un antioxidante básico
- También tiene presencia en su mapa nutricional el jamón ibérico de minerales como el cobre, el calcio, el hierro, el zinc, el magnesio, el fósforo y el selenio.
¿Sabías la gran cantidad de beneficios nutritivos que otorga el jamón ibérico? Pues ahí los tienes escritos todos. Porque mucha gente se queda sólo con la apariencia.
¿Por qué no debo consumir jamón ibérico de forma abundante?
La Organización Mundial de Salud (OMS) ya advirtió en su día de que no es bueno que abusemos de carnes rojas y otro tipo de carnes procesadas como el jamón serrano o ibérico.
¿Qué ocurre? Pues que lógicamente no debemos poner tampoco en la misma balanza embutidos de segunda clase con un auténtico jamón ibérico.
Ahora bien, debemos tener cuidado por la cantidad de sal que ingerimos, que no le sienta para nada bien en grandes cantidades a nuestro cuerpo.
Ahí está realmente el quid de la cuestión: independientemente de que el jamón sea serrano o ibérico, hablamos de una carne procesada con mucha sal. Ya sólo te queda seguir disfrutando de él… con moderación.