Estaremos todos de acuerdo. Si existe una foto en la que los españoles no salgamos bien, esa es la del Documento Nacional de Identidad. Sin embargo, y casualmente, el DNI es la manera más frecuente de identificarnos: desde las taquillas de los aeropuertos hasta las discotecas para saber la edad de cada persona, pasando por los contratos de trabajo para el correspondiente alta en Seguridad Social. O, incluso, en el momento de ejercer el derecho a voto en las elecciones políticas. El DNI, a través de sus números y letra, es gran parte de lo que somos. De hecho, raro es si un ciudadano desconoce de memoria cuáles son sus números del DNI. De hecho, es una exigencia civil y social llevar este documento consigo mismo cuando se está en la calle. Los números cardinales que componen la de identidad de cada ciudadano van acompañados siempre de una letra, pero, realmente, ¿cuál es su significado?
La Dirección General de la Policía facilita de manera aleatoria a cada comisaría, según el distrito, estos números. Sin embargo, con la letra del documento no ocurre lo mismo, ya que se determina de acuerdo con un algoritmo matemático con la intención de detectar posibles errores, como falsificaciones o actos fraudulentos. Todos los ciudadanos somos únicos e irrepetibles, por lo que nuestro documento nacional de identidad es la prueba de que tenemos un código en la sociedad irrepetible e intrínseco a nosotros mismos.
Cálculo de la letra del DNI
Para determinar qué letra del abecedario le corresponde a cada ciudadano en su Documento Nacional de Identidad, la Dirección General de la Policía establece un algoritmo matemático, que se sustenta se basa en la aritmética del reloj. Este método se utiliza para describir procesos cíclicos, como el paso del tiempo con las horas del día, los días o los meses.
En este sentido, la metodología que se emplea se basa en la relación cíclica. Así, por ejemplo, después de las doce vuelve a ser la una, después del último día del mes vuelve a ser día uno y al finalizar diciembre comienza enero. Esta aritmética se basa en llegar a un número y una vez llegas, se vuelve a empezar.
Además, la letra que aparece al final del número de documento también cumple con una función de verificación. Su objetivo es evitar la introducción incorrecta del número del DNI en sistemas informáticos o en procesos administrativos, con la intención de ‘pillar’ a tiempo actos fraudulentos o delictivos. Finalmente, para calcular esta letra e hilarlo con el DNI de algún ciudadano español se toma el número completo del DNI, se divide entre 23 y se obtiene el resto de esa división. Ese resto se asocia a una letra específica de un listado predefinido de 23 letras (la primera se asocia al 0 y la última al 22), que son: T, R, W, A, G, M, Y, F, P, D, X, B, N, J, Z, S, Q, V, H, L, C, K, E.
Evolución del DNI
Desde su creación, este documento ha experimentado varias modificaciones tanto en su formato como en la tecnología utilizada, siempre en busca de mejorar el mecanismo de control que ejerce sobre la sociedad. En sus primeras versiones, el DNI era simplemente una cartulina con los datos básicos del ciudadano. De tal modo, a lo largo de los años, se fueron incorporando elementos de seguridad para evitar falsificaciones.
La siguiente evolución que se introdujo fue la implementación del DNI electrónico. Este nuevo formato incorporó un chip que almacena información digital del ciudadano, permitiendo la firma electrónica y el acceso a servicios online de manera segura.
Ya, en los tiempos más recientes, chocando con la actualidad, se entrega el DNI 4.0, un documento que se adapta a la normativa europea para reforzar la seguridad de los documentos de identidad en la Unión Europea. Este nuevo carné incorpora un chip que almacena datos personales como la huella dactilar, la firma y una imagen facial, siempre bajo la exigente premisa de ofrecer seguridad y bienestar a todos los ciudadanos