La forma más habitual de realizar un testamento en España es ante un profesional notario, que se responsabiliza de que el documento está perfectamente redactado y que el testador se encuentra en plenas facultades mentales para suscribir el testamento. Además, una vez fallecido el testador, el notario tiene la obligación de velar porque se cumplan sus intereses.
Cuando una persona fallece y no ha realizado testamento, sus bienes se reparten en base a lo que dicta la ley, siguiendo la línea sucesoria de herederos forzosos. Es por ello que realizar un testamento es ampliamente recomendable para los ciudadanos, ya que aunque debe ajustarse a la ley, es posible beneficiar a ciertos herederos o establecer un legado específico.
Por otra parte, suscribir un testamento ante notario es un proceso sencillo y económico, ya que su precio oscila entre 40 y 70 euros, en función del contenido del documento y la extensión del mismo. Además, el testador tiene la posibilidad de modificar el testamento tantas veces como desee, aunque la variación del documento también conlleva un gasto económico.
¿Por qué es importante el notario?
Los expertos siempre recomiendan realizar el testamento ante notario, ya que los conocimientos de este profesional permiten que el contenido se ajuste a la legislación vigente, Hay que tener en cuenta que un testamento mal redactado o realizado por una persona que no se encontraba en plenas facultades mentales, puede ser anulado.
Por otro lado, la herencia se divide en tres tercios. El tercio de la legítima es aquel que se divide a partes iguales entre los herederos forzosos. Por su parte, el tercio de mejora también se divide inicialmente a partes iguales entre los herederos forzosos, aunque el testador puede beneficiar a uno de los herederos por encima de otros. Finalmente, encontramos el tercio de libre disposición, en el que el testador puede disponer de sus bienes de la forma en la que le plazca.
Así, el profesional notario tiene la responsabilidad de que el testamento se ajuste a lo que recoge la ley, de forma que el testador no puede disponer de sus bienes con total libertad.
Testamento ológrafo
El testamento ológrafo es un documento que realiza la persona con puño y letra. Es decir, el testador. Este particular testamento no necesita la presencia de un notario y debe contar con la firma, fecha y lugar de realización. Además, el documento se debe entregar a una persona de confianza que lo entrega a los herederos después del fallecimiento del testador.
Para que el testamento ológrafo tenga validez, el documento debe cumplir una serie de requisitos, especialmente en su redacción:
- Redactado y firmado de forma manuscrita.
- Contener día, mes y año de redacción.
- La persona que posea el documento dispone de 10 días para presentarlo ante un notario después del fallecimiento del testador.
- Después de cinco años del fallecimiento del testador, el testamento ológrafo pierde su validez.
- Es necesaria la presencia de tres testigos que valoren que la letra de la redacción pertenece a la persona fallecida.
Los testamentos ológrafos cuentan con una serie de ventajas e inconvenientes. Si bien, al no contar con la presencia de un profesional notario, puede ser que se excluya a un heredero forzoso, lo que puede provocar su nulidad.