Se cree que todo empezó en diciembre de 2019 en Wuhan, China. El día 31 de ese mes, la Comisión Municipal de Salud y Sanidad de la citada ciudad informó sobre un grupo de 27 casos de neumonía de etiología desconocida, con una exposición común a un mercado mayorista de marisco, de pescado, y de animales vivos, incluyendo 7 casos graves.
El inicio de los síntomas del primer caso fue el 8 de diciembre de 2019. El 7 de enero de 2020, las autoridades chinas identificaron como agente causante del brote un nuevo tipo de virus de la familia ‘Coronaviridae’ o coronavirus, denominado ‘SARS-CoV-2’, cuya secuencia genética fue compartida por las autoridades chinas el 12 de enero.
El 11 de marzo, la OMS declaró la pandemia mundial. Desde el inicio de la epidemia, y según datos del Ministerio de Sanidad, se han superado los dos millones de casos notificados en todo el mundo y casi 220.000 en España.
En concreto, la OMS explica que los coronavirus son una extensa familia de virus que pueden causar enfermedades tanto en animales como en humanos. El SARS-Cov-2 causa concretamente la enfermedad COVID-19. En los humanos, se sabe que varios coronavirus causan infecciones respiratorias que pueden ir desde el resfriado común hasta enfermedades más graves como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS), y el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS).
La mayoría de virus «viven ajenos a la humanidad»
Aunque pueda parecer mentira dada la pandemia actual, en una entrevista con Infosalus, el investigador y director de Cultura Científica del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, el profesor José Antonio López Guerrero, recuerda que la mayor parte de los virus «viven ajenos a la humanidad», salvo un pequeño porcentaje que puede causar patologías, como así lo ha hecho este SARS-CoV-2.
Al mismo tiempo, el autor del libro ‘Virus: Ni vivos ni muertos’ (Guadalmazán), apunta que existen virus emergentes, que aparecen en sitios donde nunca han estado, como parece ser este nuevo coronavirus, o bien virus reemergentes, aquellos que reaparecen donde ya habían sido eliminados.
Entre los factores que pueden favorecer la aparición de nuevos virus, ‘JAL’, como así le llaman, apunta en primer lugar al cambio climático, que hace que la temperatura cambie y sea óptima para los virus que habían sido erradicados. La capacidad del ser humano de viajar y de que en menos de 24 horas pueda dar la vuelta al mundo también ayuda a expandir agentes infecciosos, según señala.
Pero hay otros factores también para la emergencia de virus, como el tráfico de animales, la masificación de las ciudades, o la invasión de terrenos y de ambientes antes despoblados, donde el hombre entra en contacto con patógenos, que de otra forma no tendríamos la oportunidad de conocer.
Precisamente, el pasado 20 de abril el Ministerio de Sanidad aseguró también que «parecía claro» que los murciélagos son el origen reservorio del nuevo coronavirus, e informó de que se sigue investigando acerca del animal hospedador intermediario, habiendo controversia entre el pangolín y otros.
La población es virgen, inmunológicamente hablando
A su vez, destacaba que el modo en el que pudo transmitirse el virus de la fuente animal a los primeros casos humanos es desconocido, si bien todo apunta al contacto directo con los animales infectados o sus secreciones.
«Los murciélagos pueden albergar un gran número de virus de la familia de coronavirus, que a su vez pueden mutar y pasar a animales salvajes, como se piensa que ha podido ocurrir en este caso. Aquí el ser humano, que cada vez entra más en contacto con estos animales, entra también en contacto con estos virus, y a veces ocurre que una de las mutaciones que el virus tiene se puede referir a nuestra especie. En este caso se ha convertido el ser humano en hospedador preferente del virus», subraya el científico.
Además, indica que el nuevo coronavirus no tiene una alta virulencia, no provoca a priori grandes síntomas, en comparación con otros coronavirus anteriores que se han mencionado (MERS o SARS), si bien como toda la población mundial es virgen para el virus, no tenemos defensas para combatirlo, cualquier humano es susceptible de infectarse; con las complicaciones que se pueden derivar como estamos viendo.
Sobre si la Ciencia es capaz de detectar la aparición de nuevos virus, López Guerrero lamenta que no es como con los terremotos, donde sí se pueden detectar algunos síntomas o señales de zonas donde hay más riesgo con antelación. «La Ciencia puede advertir de que traficar con animales, de que la aglomeración de población en ciudades, de que el cambio climático pueden favorecer la emergencia de patógenos nuevos. Hay indicios que pueden indicar que puede ocurrir en cualquier momento, pero no se puede predecir de un día para otro», mantiene.
Los virus evolucionan: será cada vez menos virulento
Aquí resalta que los virus son patógenos, no son seres vivos pero sí microorganismos que evolucionan, se adaptan, mutan. «Lo normal es que si mute lo haga hacia una versión menos virulenta. Los virus cuando se adaptan a una especie con el tiempo entran en equilibrio, y normalmente van perdiendo su virulencia».
«Por tanto, a medida que se vaya extendiendo, lo más normal es que se vaya adaptando y, después de una primera ola, que puede durar un año, hasta que haya una inmunidad de rebaño en un 60-70% de la población que ha superado la infección, el virus entrará en equilibrio, tendrá más difícil acceder a nuevos hospedadores. Para entonces, habrá más desarrollo de tratamientos y de vacunas preventivas, y entraremos en equilibrio con un virus más atenuado, menos virulento», defiende el investigador.
De momento, nos encontramos en las fases primarias de este proceso ya que, según ha avisado recientemente el director general de la OMS Tedros Adhanom Ghebreyesus, el nuevo coronavirus va a estar presente «durante mucho tiempo», sigue siendo «extremadamente peligroso» y la «mayoría de la población» sigue siendo susceptible de infectarse.