Una mujer británica de 58 años, físicamente sana, utiliza una silla de ruedas porque quiere quedar parapléjica, e incluso llegó a cometer verdaderas «locuras» para conseguirlo.
Según informó el portal británico The Sun, Chloe Jennings-White, bisexual y casada con Danielle, fue diagnosticada con Trastorno de Identidad de la Integridad Corporal (BIID), una enfermedad psicológica que hace que las personas sientan que quieren tener discapacidad.
En su casa Chloe utiliza una silla de ruedas que su pareja compró en Internet, a pesar de que puede caminar. Sin embargo, la mujer de 58 años asegura: «Mi sueño es encontrar un cirujano que operare mi columna vertebral para evitar que mis piernas sigan trabajando».
Inclusive, en 2010 Jennings-White encontró a un médico en el extranjero dispuesto a reducir su nervio ciático y femoral, para así perder todo tipo de sensibilidad en las piernas, pero a un costo de más de 24.000 dólares.
«Yo nunca voy a ser capaz de pagar esa cantidad de dinero, pero sé que no me voy a arrepentir si alguna vez puedo, y no entiendo por qué eso a la gente le molesta», declaró a The Sun la mujer. Y continuó: «Es lo mismo que un hombre transexual con el pene cortado. Nunca va a volver, pero saben que eso es lo que quieren».
Pero no fue todo. Chloe además realizó varias prácticas de riesgo en su escuela para tratar de quedar parapléjica.
Una vez, también a los nueve años, pedaleó con su bicicleta sobre un escenario de 1,5 metros de altura, se lanzó de él durante un acto y aterrizó de cuello. Este hecho, asegura Chloe, la llenó de temor porque asegura que no quería morir ni sufrir daños en otro lugar que no fueran las piernas.
«Fue una estupidez de nueve años de edad,» dice ella. «Podría haberme roto el cuello o muerto.»
Aun así, Chloe continuó con los deportes y prácticas de riesgo y se rompió algunos huesos cinco veces entre las edades de 12 y 16.
Además, la mujer contó que jamás pudo decirle a sus padres las verdaderas causas de sus lesiones. De hecho, ella vivió su fantasía en secreto y fingía estar discapacitada cuando vivía sola en su casa.
Sin embargo, a los 22 años, Chloe le confesó su extraño deseo a su primer novio, Ian. «Me fui a vivir con él y, como era una persona muy abierta, decidí contarle». Y continuó: «Él preguntó: ‘¿Por qué hiciste eso?’ Yo le dije que me gustaba y el después me dejó por ser ‘rara’. Pero Ian sabía que yo no era como los demás. «
A los 23 años Chloe se trasladó a California para trabajar en la Universidad de Stanford como investigadora científica. Y, en el año 1991, se trasladó a Utah, donde comenzó a practicar esquí con la esperanza de lograr su deseo de quedar parapléjica.
«Fue perfecto», declaró. «A veces me estrellaba a propósito, pero cada vez que recordaba mi accidente con la bicicleta dejaba de hacerlo»
En el año 2006 Chloe conoció a Danielle, 44 años, con quien contrajo matrimonio. «Nos enamoramos instantáneamente», dice ella. «En nuestro segundo día ella me propuso casamiento sin saber nada acerca de mis piernas».
Pero un mes antes de la casarse, en diciembre de 2006, un accidente de esquí realmente hizo que Chloe lesionara su espalda y, de esta manera, tuvo que utilizar muletas por un tiempo. Allí fue cuando le confesó todo a Danielle.
«Yo le dije que la sensación de no querer que mis piernas trabajen había estado sucediendo durante toda mi vida, y era algo que no podía parar. Ella se sorprendió, pero se comprometió a estar a mi lado cuando yo le dije que era la única manera de que pudiera ser feliz «. Inclusive, Chloe relató que Danielle empezó a informarse sobre el BIID para que lograra entender un poco más su enfermedad.
Inclusive en 2008, para asegurarse que se trataba de un trastorno, Chloe y Danielle consultaron al psiquiatra Michael First quien le diagnosticó la enfermedad y le recomendó que utilizara una silla de ruedas, que, finalmente, se la regaló su novia.
Meses más tarde, en julio de 2009, Chloe sufrió un accidente de tránsito al chocar a 120 km/h, del que sobrevivió con algunas lesiones y con pero de alguna manera sobrevivió sólo con cortes y contusiones.
«Fue una oportunidad única para empezar a utilizar la silla de ruedas en público porque todo el mundo sabía lo del accidente pero no lo de mi enfermedad», declaró Chloe.
Hoy, Chloe, con más confianza respecto a lo que su enfermedad le provoca, escribe para el grupo de apoyo BIIDtransabled.org, en el que comparte experiencias con amigos y familiares de personas con el Trastorno de Identidad de la Integridad Corporal (BIID).
«Sé que parece una locura para las personas sin BIID, pero es lo que sentimos. Yo no quiero escalar el Monte Everest, pero algunas personas sí, y yo no los critico», finalizó