La numismática en España es amplia y un gran referente en el mundo. De hecho, han sido muchas las monedas que han circulado por el país antes del actual sistema del euro, instalado en el año 2002 y que dejó atrás la peseta. Esas divisas, en la actualidad, se han convertido en auténticas reliquias y tesoros históricos que están guardados en museos y por coleccionistas, además de ser muy cotizadas. De hecho, según los registros, sirvió, de inspiración para la llegada del dólar estadounidense, además de dominar el mundo entero o influir en la libra esterlina y el yuan chino.
Las monedas españolas han ido variando a lo largo de la historia en función del momento político, económico y social, adaptándose a los cambios y a la época, así como a la evolución y el paso de los años. Las primeras divisas que circularon por territorio español fueron la dracma o el shekel, que aterrizaron debido a los asentamientos de los griegos y fenicios. Estas no solo supusieron una mejora en el comercio, sino que sirvieron como puentes culturales y económicos a través del Mediterráneo, como informa LaRazón. Del mismo modo, el denario romano se convirtió en la moneda de la economía peninsular.
‘Real de a ocho’, la primera moneda estable
El contexto histórico se sitúa en el fin de la Edad Media y la llegada de la Edad Moderna, cuando comenzó a tomar importancia el Real, introducido en 1369 por Pedro I de Castillo. Existían reales de oro y de plata, y en 1480, los Reyes Católicos fijaron su valor en 31 maravedíes, que años después serían 34. Luego, con Felipe II, se acuñaron los escudos, con un valor de dieciséis reales. El dólar estadounidense heredó su símbolo ($) y su decimalización.
Con la «Pragmática de Medina del Campo» de 1497, la popular reforma monetaria que instruyeron Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, se había establecido el Real como la unidad de pago en España, y se definió además otras monedas de plata, que eran submúltiplos del real. Y de ahí apareció el «real de a ocho», que equivalía a ocho reales. Es a partir del siglo XVI, con la expansión colonial, cuando esta divisa empezó a popularizarse, con los reinados de Carlos I y Felipe II, informa el medio LaRazón.
Junto a la Onza, la moneda de oro, el real de a ocho conformó el sistema bimetalista de la Monarquía española. Era acuñada en América, especialmente en México, Potosí (Bolivia), Lima (Perú) y otras ciudades coloniales, y fue la moneda preferida del comercio internacional, especialmente con Filipinas en Asia o socios europeos. Asimismo, se trató de una de las monedas más saqueadas, puesto que grandes cantidades circulaban en galeones españoles.
Influencia y valor de esta moneda
Su estandarización y valor inspiraron el diseño y la adopción de monedas nacionales de otros países, en especial, del dólar estadounidense, introducido en 1792 y que se basó en el real de a ocho en términos de tamaño, peso y composición. De ahí que fuera conocida como el «dólar español». También tuvo influencia en Reino Unido, ya que fue ampliamente aceptada por los británicos y con su equivalencia a cuatro chelines y nueve peniques, mantuvo su valor en tiempos de crisis, lo que aumentó su uso en el comercio inglés.
En China, por su parte, fue extremadamente popular y se utilizó como base para el diseño de monedas locales como el yuan. También llegaría a Australia, pues tras la escasez de divisas británicas, las autoridades coloniales importaron 40.000 reales españoles para crear su «dólar agujerado», creando un agujero en estos para duplicar el número de monedas disponibles y que estuviera en circulación en el país oceánico.
Durante más de 300 años, fue la moneda más codiciada por su hegemonía en el comercio mundial, pero con la independencia de las colonias españolas, junto con la aparición de monedas nacionales en América o Asía, comenzaría su final