La importancia de la figura del asistente personal para las personas con discapacidad

FAMMA y Fundación 360 para la autonomía personal reclaman la importancia de potenciar la figura del asistente personal

Asistente personal de una persona mayor en silla de ruedas

La figura del asistente personal no es valorada como se debería. Así lo opinan asociaciones de discapacidad como la Federación de Asociaciones de Personas con Discapacidad Física y Orgánica de la Comunidad de Madrid, (FAMMA Cocemfe Madrid) y su Fundación 360. Algo que también ha dejado en evidencia los datos del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO).

Los datos aportados, a 30 de abril de 2022, muestren que, de un total de 1.592.602 personas beneficiarias de prestaciones de la Ley, solo el 0.54 por ciento sean perceptoras de la asistencia personal. Es decir, 8.525 personas en España perciben esta prestación.

En este sentido, situando el foco en la Comunidad de Madrid, de 152.228 personas con resolución de PIA tan solo 84 personas tienen la prestación económica de asistencia personal. Este dato supone el 0,04 por ciento del total de PIA en la región.

«Los recursos se invierten en instituciones y no en el desarrollo de las posibilidades que tienen las personas con discapacidad a la hora de vivir de manera independiente. Esto ha llevado al abandono hacia la dependencia de los familiares, a la institucionalización, al aislamiento y a la segregación». Así lo asegura Javier Font, presidente de FAMMA Cocemfe Madrid. 

Una figura importante para las personas con discapacidad

La Federación, junto con su Fundación, remarcan la importancia de aplicar modelos de gestión residencial distintos a los que hasta el momento se vienen realizando. De esta manera, se debe abogar por propiciar la actividad de las personas con discapacidad. Es decir, por una asistencia que propicie la interacción en la sociedad del colectivo. Además, se debe de poner especial atención a aquellas personas que tienen discapacidad severa.

En este contexto, existe un desabastecimiento de este tipo de servicios. Estos están basados en una ley que concede derechos subjetivos a las personas que necesitan de las ayudas que se establecen en ella, pero que no van en consonancia con la realidad de esas necesidades.

Persona mayor con discapacidad junto con su asistente
Persona mayor junto con su asistente

“En consecuencia, reclamamos la puesta en marcha de más programas de autonomía personal que bajo la figura de la asistencia personal, propicien la inclusión y participación real y efectiva de las personas con discapacidad en la sociedad. Mientras esto no ocurra, no estaremos haciendo las cosas bien, ni propiciando la inclusión de aquellas personas que quieren vivir de manera autónoma”, afirma Javier Font.

Sobre la Asistencia Personal

La asistencia personal hace referencia al apoyo humano; siempre y cuando sea dirigido por la persona interesada que se pone a disposición de una persona con discapacidad; utilizada como un instrumento para poder vivir de manera independiente. Esto se trata de una relación personal. Así lo recoge el artículo 19 de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de Naciones Unidas, donde se habla del concepto de asistencia personal.

Las personas con discapacidad que necesiten asistencia personal pueden escoger libremente el grado de control personal a ejercer sobre la prestación del servicio. Eso sí, eso será dependiendo de sus circunstancias y preferencias vita.

Por parte de FAMMA y su fundación se recalca que la financiación de la asistencia personal se ha de producir a partir de criterios personalizados. Todos ellos apoyados en las normas de los derechos humanos para un trabajo digno. Además, debe estar basada en una evaluación de las necesidades individuales y de las circunstancias vitales de cada persona

Es por ello que es fundamental el aplicar modelos de gestión residencial distintos a los que hasta el momento se vienen realizando. De esta forma se comenzaría a trabajar en la regulación del asistente personal.

Para ambas entidades la variable de autonomía personal ha de permanecer en el ADN de cualquier consejería, de cualquier departamento, de cualquier área o estructura orgánica de la administración, para pasar después al ámbito privado.

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