La historia de Jessica Long es de esas que que siempre llaman la atención, una joven que nació sin las dos piernas, pero para la que eso no fue un problema. Su actitud le llevaron a convertirse en una de las mejores deportistas paralímpicas de todos los tiempos, llegando a conseguir 29 medallas en Juegos Paralímpicos, siendo 16 de ellas de oro.
Por todo ello, con el paso de los años se convirtió en una de las grandes referentes del deporte paralímpico. Uno de sus grandes apoyo lo encontró en la fe: «Creo que Dios tiene un plan para cada uno. Y creo que Dios tenía un plan para mí, ser adoptada en Rusia, ir a los Estados Unidos, y convertirme en una atleta paralímpica».
Jessica Long nació en Rusia, en la región de Brastk, un 29 de febrero de 1992. Hay un dicho que dice que las personas que nacen en el día bisiesto son jóvenes para toda la vida.
UNA VIDA COMPLICADA
Jessica Long tuvo que luchar contra la vida desde el principio. Ella nació sin piernas, ya que le falta la totalidad de la estructura ósea de las piernas, además de la mayoría de los huesos de sus pies.
Natalya, madre biológica de la hija, se asustó por el futuro que le iba a aguardar a ella y a su pequeña, por lo que decidió darla en adopción en un orfanato de Siberia. Pero las vueltas que da la vida, Jessica acabó un año después siendo adoptada por Beth y Steve Long, un matrimonio católico de Baltimore (Estados Unidos), con la decisión de adoptar un bebé.
«Nosotros ya teníamos dos niños, así que nuestra opción era adoptar un bebé que tuviera menos oportunidades de ser adoptado por otras familias. Encontramos a Jessica y Joshua en el mismo orfanato, en una situación muy complicada», aseguraba Beth, la futura madre de Jessica.
Al llegar a Estados Unidos fue intervenida quirúrgicamente para que le amputaran las dos piernas, para lo que se pusieron unas piernas ortopédicas, con las que aprendió a caminar. «No le resultó complicado porque aprendió a caminar de esa manera. Nunca lo había hecho con unas pierdas dadas por Dios».
Jessica Long siempre es agradecida porque nunca creció en el mejor de lugares. «El ambiente en el que crecí no pudo ser mejor. Creo que cuando era niña, era imposible ser más feliz. Se lo debo a mis padres pero, sobre todo, se lo debo todo a Dios», sentenciaba.
El sueño de ser deportista paralímpica
Lo que Jessica Long tenía en mente era convertirse en una deportista paralímpica y llegar a ser una referente en esta disciplina. Fue probando deportes hasta dar con la natación, donde se enfrentaba a niños con el cuerpo completo.
De esta manera, en 2004, con tan solo 12 años, se convirtió en la atleta paralímpica más joven de los Estados Unidos. El resultado fue lo más sorprendente, ya que se consiguió tres medallas de oro, en la prueba de 100 metros libre, 400 metros libre y 4 x 100 metros libre.
Cuatro años después, en Pekín (China), Jessica Long logró mejorar sus resultados, con cuatro oros (100 metros mariposa, 100 metros libre, 400 metros libre y 200 metros estilos), una plata (100 metros espalda) y un bronce (100 metros braza).
No contenta con eso, en Londres 2012 volvió a mejorar sus logros, con cinco medallas de oro (100 metros braza, 100 metros mariposa, 100 metros libre, 400 metros libre y 200 metros estilo), dos platas (100 metros espalda y 4×100 metros estilos) y un bronce (4×100 metros libre)
En 2016, Rio de Janeiro amplió su medallero, con una de oro (200 metros estilos), tres platas (100 metros braza, 400 metros libre y 4×100 metros libre) y dos bronces (100 metros espalda y 100 metros mariposa).
En sus últimos Juegos Paralímpicos, Tokyo 2020, Jessica Long se alzó con tres oros (100 metros mariposa, 200 metros estilos y 4×100 metros estilos), dos platas (100 metros braza y 400 metros estilo) y un bronce (100 metros espalda).