El kéfir es uno de los alimentos que más está ayudando a la buena gestión de todo lo que tiene que ver con la flora intestinal. Se va colando poco a poco en nuestra dieta y en nuestra vida diaria gracias a sus ricos y distintos nutrientes, con los que también se ve beneficiado nuestro sistema inmunitario.
Para quien no controle este alimento, el kéfir es un producto lácteo parecido al yogur líquido fermentado a través de la acción de un conjunto de levaduras y bacterias.
También reciben este nombre los gránulos o nódulos utilizados para su producción. Pero no hay nada que temer, respecto a estas bacterias, pues son más que beneficiosas para nuestro cuerpo.
Esta leche nacida de la fermentación de la lactosa tiene un sabor ácido y una textura normalmente más líquida y ligeramente viscosa, pero nuevamente todas las apariencias engañan.
Porque la masa ayuda a agrupar los organismos vivos tales como las bacterias y levaduras, con sustancias nutritivas como grasas y proteínas, tan necesarias a nuestro organismo.
Cómo equilibra el kéfir nuestra flora intestinal
¿Qué tiene el kéfir que la convierte en una bebida imperdible para nuestra microbiota intestinal? Más bien la pregunta es qué no tiene que aportar a nuestro intestino.
Al ser una leche fermentada, contiene bacterias vivas por las que se considera un probiótico, cuya ayuda resulta decisiva para nuestra salud.
Quienes son conocedores de los alimentos probióticos sabrán a la perfección de la importancia de este alimento que se utiliza de forma general y se refiere a las especies bacterianas o microorganismos vivos.
Los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) sostienen que cuando una persona come y bebe probióticos, éstos consiguen proteger el aparato digestivo de microorganismos nocivos.
Por lo que el kéfir ayuda a equilibrar la digestión y la función intestinal, previniendo infecciones de todo tipo en el futuro a nivel del intestino.
Los dos tipos de kéfir que reinan en el mercado
Así las cosas, los supermercados cada vez se abonan más a la dieta del kéfir, donde existen claramente dos tipos diferenciados respecto a este alimento natural:
- El kéfir de leche.
- El kéfir de agua.
Si bien es cierto que el kéfir de leche es el más común, también hay quienes prefieren hacérselo de agua, porque es un alimento que se prepara fácilmente.
Para preparar el de leche, tan sólo debes tomar un recipiente de vidrio, con cierre hermético o no, y añadir la leche y los nódulos de kéfir.
Luego deberás dejarlo a temperatura ambiente y a oscuras durante uno o dos días, removiendo cada 10 y 12 horas. Y poco más.
Ya sólo deberás consumirlo cuando quieras para beneficiarte de todas las propiedades a nivel intestinal, donde tu flora se verá recompensada por el kéfir.