El cohousing es una forma de vida que ha llegado a España para quedarse. Bien es cierto, que no es algo que hayamos inventado ahora. Este estilo de viviendas colaborativas nació en los años sesenta en Dinamarca. Por las fechas, puede parecer que surgiera con el movimiento ‘hippie’, y aunque puedan compartir algunos puntos, nada tiene que ver.
En este caso, se conoce como cohousing o vivienda colaborativa, la forma de vida de un grupo de personas que decide constituirse como cooperativa y llevar a cabo un proyecto conjunto de convivencia. De este modo, deciden construir o adquirir una o varias viviendas y compartir gastos, zonas comunes y la contratación de cuantas necesidades consideren.
Y aunque lleva años inventado, el motivo de que sea ahora cuando esté en auge, es como respuesta a una necesidad muy expandida: La soledad de las personas mayores. Hoy en día, son muchas las personas de más de 65 años que viven solas. Un hecho que, entre otras cosas, les merma enormemente su salud mental.
Por este motivo, el cohousing se está expandiendo por muchos países de Europa. Pero no es el único fin de esta forma de vida. Hay también personas que se unen en torno a estas viviendas colaborativas porque les sale más rentable, como pueden ser jóvenes que se quieran independizar, o ciertas familias que tengan algo en común con el resto de cohabitantes, como pueden ser las familias monoparentales.
Tipos de cohousing que puedes encontrar
En el cohousing son los propios integrantes de la cooperativa los que deciden de forma común los requisitos de sus viviendas, las condiciones y las necesidades que quieren cubrir. Es decir, diseñan y deciden todos los espacios y servicios comunes que entienden como necesarios para su forma de vida. No hay que olvidar, que es un proyecto común de un grupo de personas que van a convivir. No obstante, no todos son iguales. Existen distintos tipos de cohousing entre los que se distinguen:
Cohousing en cesión de uso
En este tipo de cohousing, la propiedad del inmueble es colectiva y está en manos de la cooperativa. Por tanto, la persona que la habita solo dispone del uso y disfrute de la vivienda a cambio de una pequeña cuota. Esta pequeña cuota es como un alquiler, pero mucho más barato. ¿Por qué? Pues es sencillo, porque solo pagas el precio que realmente cuesta vivir allí. Y es que en este modelo, no existen propietarios que especulen ni saquen beneficios del alquiler de la vivienda.
Régimen de uso
En este caso, el concepto de vivienda colaborativa como parte de una cooperativa, no es tan exacto. No obstante, al igual que el concepto más fiel de cohousing, suele tratarse de viviendas en las que se comparten los servicios y espacios comunes. Sin embargo, suelen estar gestionados por terceros y los habitantes solo pagan en base a los servicios que quieran contratar o el tipo de espacio que quieran ocupar. A esta forma de vida se la conoce también como ‘cloudhousing’.
Unirse en ‘familia’
En este caso tampoco es necesario unirse en cooperativa. Basta con que un grupo de personas decidan vivir juntas, adquieran una vivienda y se gestionen como cualquier otro núcleo familiar. Es decir, un grupo de adultos que viven solos, deciden unirse a otros amigos en la misma situación. Pues compran una casa a partes iguales, y se organizan del mismo modo que cualquier otra familia común.