La incapacidad permanente es un tipo de pensión contributiva que tiene como objetivo proteger al trabajador, ya que debido a una lesión o enfermedad ve reducida su capacidad laboral de manera parcial o completa.
Se trata de una situación que provoca una pérdida de ingresos en el trabajador debido a las limitaciones que presenta en el ámbito laboral. Así, las pensiones de incapacidad permanente, de carácter contributivo, buscan compensar esa pérdida de ingresos.
Ventajas de cada grado de incapacidad permanente
Muchas personas se preguntan qué tipo de incapacidad permanente es más ventajosa para el ciudadano. Sin embargo, hay que tener en cuenta que existen ventajas de diferente tipo.
Es decir, encontramos grados de incapacidad permanente que posibilitan una mayor compatibilidad laboral. Igualmente, algunos grados de incapacidad permiten cobrar una pensión mayor. Normalmente, cuanto mayor es la compatibilidad de la incapacidad permanente, menor cantidad de pensión se percibe por parte del ciudadano.
Así, estas son las principales ventajas de cada grado de incapacidad permanente para los trabajadores:
- Parcial: En este caso, consiste en una indemnización económica de pago único con un importe equivalente a 24 mensualidades de la base reguladora que sirvió para el cálculo de la incapacidad temporal. Es compatible con cualquier actividad laboral.
- Total: Se percibe una pensión con un importe equivalente al 55% de la base reguladora, que puede llegar al 75% en caso de que la persona beneficiaria tenga 55 años o más y esté en paro. Es compatible con cualquier actividad laboral que no sea la profesión habitual del trabajador o similares.
- Absoluta: La pensión es equivalente al 100% de la base reguladora. Se considera que el trabajador presenta limitaciones para cualquier profesión u oficio.
- Gran Invalidez: La pensión también es equivalente al 100% de la base reguladora, más un complemento adicional con una cuantía no inferior al 45% de la base reguladora. También se considera que el trabajador presenta limitaciones para cualquier profesión u oficio, además de necesitar la ayuda de terceras personas para desarrollar las actividades básicas del día a día.
A diferencia de lo que muchos ciudadanos creen, la incapacidad permanente absoluta y la Gran Invalidez pueden compatibilizarse con una actividad económica. Eso sí, la actividad debe adaptarse completamente a las necesidades del trabajador. Además, las posibilidades de compatibilidad quedan más reducidas.
Nuevos aspectos a tener en cuenta
Junto con todo lo expuesto previamente, hay que tener en cuenta ciertos aspectos novedosos que pueden influir en las ventajas que ofrecen las pensiones de incapacidad permanente a los ciudadanos. Por ejemplo, las pensiones de incapacidad permanente absoluta y las pensiones de Gran Invalidez están exentas de tributar al IRPF (Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas).
Además, a partir del cumplimiento de la edad ordinaria de jubilación, ninguna incapacidad permanente puede ser revisada por parte del Instituto Nacional de la Seguridad Social.
Cuando se reconoce una pensión de incapacidad permanente a un trabajador, automáticamente adquiere la condición de persona con discapacidad igual o superior al 33% para el ámbito laboral. Es decir, las personas con incapacidad permanente pueden acceder a las ofertas de empleo públicas y privadas destinadas a personas con discapacidad.
Por otra parte, el Gobierno de España ha aprobado recientemente la eliminación del despido automático tras el reconocimiento de una incapacidad permanente. Se trata de un nuevo beneficio para las personas a las que se le concede una pensión de incapacidad.
A partir de ahora, los trabajadores podrán elegir una adaptación de su puesto de trabajo habitual, una reubicación dentro de la empresa a un puesto vacante y adecuado o la finalización del contrato laboral.