La herencia es siempre un tema controvertido a la hora de tratarlo en familia. Por una parte, este hecho supone tener que adelantarse y ponerse en la posición de que fallece un ser querido. Ya solo este escenario, hace que muchas personas eviten el asunto. Pero además, repartir bienes siempre puede ser una fuente de conflictos por desacuerdo entre los futuro herederos.
Por este motivo, toda persona tiene que decidir la forma en la que va a dejar preparada (o no), esta situación. Entre las opciones, existe la que implica menos complicaciones para el futuro causante: No hacer nada. De este modo, cuando fallezca, su herencia se repartirá entre los herederos según dispone la ley. Es una posición cómoda, pero puede ocasionar conflictos entre los familiares en el futuro.
También existe la posibilidad de realizar un testamento. De este modo, una persona tiene la oportunidad de pensar a conciencia quienes quieren que sea los beneficiarios de su herencia y qué porcentaje les adjudicará a cada uno. No obstante, el testador debe conocer las limitaciones que la ley establece en cuanto a los herederos y las legítimas.
Por último, existe también la posibilidad de repartir la herencia en vida. Esto es posible mediante la donación. De este modo, una persona puede donar un bien a otra. El Código Civil define la Donación como un acto de liberalidad por el cual una persona dispone gratuitamente de una cosa en favor de otra, que la acepta.
La mejor opción para repartir una herencia
A la hora de tomar esta decisión, hay que tener en cuenta que existe un componente personal y un componente económico. En el caso de optar por repartir la herencia en vida, está claro, que puede producir gran satisfacción ver a los hijos haciendo uso de esos bienes. Compartir esa felicidad con tus seres queridos puede compensar todo lo demás. Y esta claro, que esto es imposible disfrutarlo una vez que se ha fallecido. Por lo que emocionalmente, puede ser una buena opción.
Sin embargo, puede darse la circunstancia de que el reparto que uno haga en vida, no sea compartido por los herederos. En cuyo caso, puede llegar a ser una fuente de problemas. Por lo que de forma general, si el reparto que uno pretende hacer está perfectamente asumido por los descendientes, vale la pena hacerlo en vida. Pero si los descendientes no están de acuerdo, lo ideal es hacerlo a través de disposiciones testamentarias. Pues en este caso, aunque los descendientes no estén de acuerdo, llegado el momento no podrán hacer nada.
Repartir la herencia en vida
Es interesante conocer más acerca de esta opción. Pues, dejando a un lado el componente personal, hay que hacer un estudio del coste económico que esta operación supone. En algunas Comunidades Autónomas, el Impuesto de Donaciones está bonificado al 99%, con lo cual, realizar donaciones a los hijos es relativamente económico. En otras en cambio, el coste es bastante importante.
No obstante, aunque nos encontremos en una Comunidad Autónoma donde el Impuesto de Donaciones está bonificado, hay que tener en cuenta el coste de otros impuestos, antes de decidirnos por esta opción. Además, hay que valorar el incremento de patrimonio en la Declaración de la Renta que tiene que realizar la persona que recibe la donación.
Dependiendo del valor de adquisición de los bienes que vamos a donar y del valor fiscal que se le pongan en la donación, puede suponer un coste económico importante, como incremento de patrimonio en la relación en la Declaración de la Renta de los donantes. Por tanto, en este supuesto, más que por el coste del Impuesto de Donaciones, la decisión final dependerá del incremento de patrimonio y el coste que suponga para los donantes las operaciones necesarias.