El 5 de noviembre se conmemora el Día del cuidador. El cuidador o cuidadores son las personas o instituciones que se hacen cargo de las personas con algún nivel de dependencia. Son, por tanto, padres, madres, hijos/as, familiares, personal contratado o voluntario.
El 85% de los cuidadores de España son mujeres de mediana edad, según datos de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG). Convertirse en cuidador supone un fuerte impacto emocional. En este sentido, es importante la labor del médico de familia a la hora de evaluar la situación particular de la persona cuidadora.
Se denomina cuidador familiar (o informales) al conjunto de personas que dedican una importante actividad diaria al cuidado de sujetos con dependencias o discapacidades permanentes. Suponen un colectivo cada vez más numeroso que realizan una tarea necesaria que, sin embargo, es poco visible y reconocida socialmente.
l cuidado será más o menos prolongado, dependiendo de la persona y sus circunstancias. Lo que es evidente es que, por un tiempo, habrá que reorganizar la vida familiar para adaptarse a la nueva situación de alguno de los miembros de la familia.
El 85% de los cuidadores son mujeres
Como se ha mencionado anteriormente, el 85% de los cuidadores son mujeres. Los patrones culturales tradicionales a equilibrar la balanza y asignan a las mujeres el papel de proveedora principal de atención y cuidado a las personas dependientes.
Además, las propias cuidadoras familiares consideran su tarea como un deber moral (90%) y en muchos casos lo realizan por iniciativa propia (59%). Muchas personas que cuidan se sienten satisfechas con su labor y piensan que eso las dignifica.
En los últimos años parece que las cosas van cambiando. Las atenciones y cuidados de los otros se han empezado a ver como trabajo voluntario, como solidaridad intergeneracional y en los servicios sociales y de salud se reconoce el rol del cuidador y la necesidad de prestarle apoyo.
Cambios debido a la nueva demanda
Este cambio de valores tiene que ver con la emergencia de nuevas demandas de servicio de ayuda a domicilio, residencias, centros de día, etc. para apoyar o suplir una labor que antes realizaban calladamente las mujeres como algo natural y que actualmente es menos compatible con su vida laboral y social.
La salud mental y física de la persona cuidadora es fundamental y hay que tenerla en cuenta, puesto que repercute directamente en la atención que está dando. Las personas cuidadoras están expuestas a un nivel de presión y esfuerzo que a veces no es valorado.
Los sentimientos de impotencia y frustración también son frecuentes dado que no siempre el esmero en el cuidado y la atención tienen como respuesta una mejora o un gesto de agradecimiento por parte del entorno y del familiar dependiente.