Siempre decimos que queda mucho trabajo por hacer en materia de accesibilidad. Y casos como el que ocurre en la playa de Matalascañas (Huelva) nos dan la razón.
Esta playa, que cuenta con más de 5 kilómetros de extensión, cuenta con entradas accesible, pero no en todo su extensión. Así nos lo cuenta un vecino en silla de ruedas, que tiene que circular 2 kilómetros para poder entrar a la playa.
Otro manera de ir a la playa tiene Diego, un joven de 33 años con paraplejia parcial. «Salgo de casa y tenemos unos escalones que me separan de la playa. Yo me tiro al suelo y gateo hasta llegar al paseo marítimo. Después igual, para llegar a la orilla tengo que ir gateando.
Un pequeño con parálisis cerebral también se encuentra ante la misma situación. No puede disfrutar de la playa de Matalascañas tanto como le gustaría por la falta de accesibilidad.
Así lo cuenta un familiar: «Sufre mucho porque se da cuenta que los niños pueden bañarse. Su hermano también sufre mucho por él y se pasa muy mal. Es una dificultad muy grande».
Otro vecino de la zona asegura que este verano «una familia de Toledo con un niño con parálisis cerebral con 15 años». En este caso, «el padre todos los días tenía que bajar el niño acuestas a la playa: escalera arriba y escalera para abajo».
Y eso de que habían alquilado el apartamento pensado «que iba a tener acceso fácil por estar en primera fila y se han encontrado con esto. La familia lógicamente no va a volver».
Por todo ello, bajo el lema «la playa es para todos» los vecinos de la localidad están recogiendo firma pidiendo unas obras que mejoren la accesibilidad de esta playa.