La pensión por incapacidad permanente es una prestación económica que concede la Seguridad Social a aquellas personas que a causa de accidente o enfermedad, ven reducida o anulada su capacidad para trabajar. Concretar dicha capacidad es tarea de tribunal médico de la Seguridad Social, que tras una evaluación, informa a la administración sobre el grado que debiera concederle al trabajador. En este sentido, hay cuatro grados diferenciados entre: Parcial, Total, Absoluta y Gran Invalidez.
Sin embargo, esta condición no es definitiva una vez se concede, es decir, no se establece un grado de discapacidad y las consecuencias que esto conlleva de forma permanente. Es lo que se llama, una situación revisable. Esto significa que pasado un tiempo desde la concesión de la incapacidad permanente, la Seguridad Social puede volver a evaluar al beneficiario para determinar si ha mejorado, ha empeorado o sigue del mismo modo.
¿Cuándo se revisa una incapacidad permanente?
La Seguridad Social tienen establecido que aproximadamente cada dos años, la personas con incapacidad permanente pasen por un proceso de revisión de su caso. No obstante, tanto la Seguridad Social como el afectado, pueden solicitar una revisión si consideran que su situación ha cambiado. Únicamente cuando se alcanza la edad legal de jubilación, la incapacidad permanente deja de estar sujeta a cambios y ya sí es vitalicia.
Como hemos adelantado, además de las revisiones periódicas, cualquiera de las partes implicadas puede solicitar una revisión del grado de incapacidad. El resultado de este puede ser el mismo al ya concedido, por lo que el beneficiario seguiría con el mismo grado. Sin embargo, en el caso de detectarse un empeoramiento, la Seguridad Social podría determinar aumentar el grado o la pensión concedida. Del mismo modo, en caso de mejora, este organismo podría determinar un cambio en el grado concedido.
Sin embargo, en casos como la mejora de un beneficiario, muchas personas se preguntan en qué casos puede la Seguridad Social retirar la pensión. En este sentido, desde el mismo organismo marcan las siguientes razones:
- Experimentar una mejora en el estado de salud que disminuya las restricciones para realizar trabajos.
- La posibilidad de que exista un error en el diagnóstico inicial, lo que requeriría una revaluación del caso.
- Descubrir que el comportamiento del beneficiario es incoherente con la incapacidad declarada.
- Si los informes médicos del sistema de salud público muestran una evolución en la enfermedad o lesión del paciente, lo que llevaría al Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) a reconsiderar su capacidad para trabajar.
Plazo que tengo para incorporarme al trabajo tras una denegación
Según indican desde la Seguridad Social, si te han denegado la incapacidad permanente, debes incorporarte al trabajo al día siguiente de haber recibido la notificación de alta. Bien es cierto, que esta notificación suele recibirse inmediatamente después de recibir la notificación de la denegación de la solicitud de incapacidad permanente.
Este dato es de vital importancia, pues de no cumplir el trabajador con estos plazos, podría sufrir algún tipo de sanción o complicación legal. Además, es el propio trabajador quien debe contactar con su empresa para ponerles al corriente y preparar su incorporación.
No obstantes, aun siendo denegada esta opción, el trabajador debe contar con los plazos para llevar a cabo una revisión si así lo estimara oportuno, En este sentido, un primero paso sería presentar una reclamación administrativa previa, exponiendo los argumentos y fundamentos para demostrar que la retirada de la pensión es injustificada. Si esta impugnación es de nuevo denegada, la opción que le queda al trabajador es la vía judicial, en cuyo caso, se necesitaría la asistencia de un abogado.