En muchas ocasiones, tras el fallecimiento de uno de los progenitores, en la herencia es necesario repartir una vivienda o terreno entre los hermanos. Si bien, hay que tener en cuenta que este proceso de repartición varía en función de diferentes factores, teniendo especial importancia la presencia de testamento o no.
Cuando fallece cualquier persona, además del enorme dolor que deja en sus allegados y seres queridos, es necesario proceder a la repartición de los bienes de dicha persona. En ocasiones, entre las propiedades del fallecido se pueden encontrar una o varias viviendas, por lo que es obligatorio determinar que personas serán sus herederas. Aquí juega un papel clave el testamento.
Hay que tener en cuenta que si la herencia es una vivienda o un terreno, cualquier heredero tiene derecho a renunciar a la parte que le corresponda, tal y como estipula la legislación al respecto. Sin embargo, esta repartición suele ser un tema controvertido en muchos casos.
Repartición de herencia de una vivienda
Primeramente, a la hora de repartir una vivienda en una herencia, hay que tener claro si se trata de un bien inmueble indivisible. Así, a cada uno de los herederos le corresponderá una parte o cuota de dicho bien. Además, si existe cónyuge vivo, tendrá el derecho a disfrutar del usufructo de la vivienda en cuestión. Una vez expuesto esto, debemos conocer los detalles diferenciales que se dan con la presencia de testamento y sin él.
Los profesionales de ‘González-Gómez Abogados‘ explican que en artículo 806 del Código Civil se establece la definición de la legítima de una herencia relacionada con la porción de bienes que el testador puede reservar a los denominados ‘herederos forzosos’.
Así, con independencia del testamento, el inmueble o vivienda a heredar se divide entres partes diferentes. Una de ellas es la legítima, que se repartirá entre los herederos forzosos a partes iguales, siempre que los herederos naturales no figuren en el testamento.
Por otra parte, cuando el fallecido no deja testamento, el inmueble que forma parte de su propiedad pasa a sus familiares. Sin embargo, en este tipo de situaciones pueden darse varios escenarios:
- Si el fallecido deja esposa e hijos, la ley determina que serán los responsables de heredar la vivienda. Además, entre los hijos del fallecido (hermanos entre sí) se divide a partes iguales.
- Si sobrevive el cónyuge y se trata de un matrimonio con bienes gananciales, a dicho cónyuge superviviente le corresponde la mitad de la propiedad de la vivienda.
- En caso de no haber bienes gananciales, al cónyuge sobreviviente le corresponde una tercera parte de la vivienda en usufructo.
También puede darse el caso de que la persona fallecida no tenga ni hijos ni cónyuge. Ante esta situación, la legislación establece que la vivienda la heredarán los padres o los familiares siguientes que corresponda en línea sucesoria: Hermanos, sobrinos, tíos…etc. Si no se acredita la presencia de familiares hasta cuatro grado, la herencia del inmueble pasa directamente a propiedad del Estado.
Heredar solo parte de una casa
Debido a diferentes circunstancias, en ocasiones solo se hereda parte de una herencia. Por ejemplo, puede darse el caso de dos hermanos que han heredado una vivienda a partes iguales y uno de ellos fallece. Si el fallecido tenía tres hijos, su parte de la vivienda se divide en tres porciones entre ellos.
En esta situación, si fallece el hermano sobreviviente también pueden darse varios casos en cuanto a la herencia de la vivienda se refiere:
- Si no dejas ni esposa ni hijos: Su parte pasaría directamente a sus sobrinos por ley. En este caso, la vivienda se dividiría entre los tres sobrinos directos.
- En caso de dejar esposa e hijos: La mitad le corresponde a la esposa y la otra mitad a sus hijos, mientras que los sobrinos mantienen la parte que le corresponde.
Una tercera opción es que el fallecido haya dejado testamento y no deje nada a sus sobrinos. En cualquier caso, tal y como argumentan los profesionales de ‘González-Gómez Abogados‘, la ley de la legítima le corresponde a los sobrinos una tercera parte de la mitad, que queda dividida en partes iguales. Para solventar cualquier duda al respecto, siempre es recomendable ponerse en manos de expertos en los procesos de repartición de herencia.