Las piscinas son unos de los grandes reclamos del verano. Un chapuzón es el mejor aliado contra el calor. Pero no todas son accesibles, y eso es un impedimento para las personas con discapacidad o movilidad reducida.
Por ello, en este artículo vamos a tratar cuales serían los elementos claves para que una piscina sea accesible.
En primer lugar, hay que recordar que según la ley, Real Decreto Legislativo 1/2013 del 29 de noviembre del Texto Refundido de la Ley General de derechos de las personas con discapacidad y de su inclusión social, todos los bienes, espacios, servicios, productos y transporte tenían que ser accesibles antes del 4 de diciembre de 2017.
Como es obvio, esto no ha ocurrido. Y es que en la actualidad todavía nos encontramos con barreras de accesibilidad para las personas con discapacidad o movilidad reducida en estos entornos.
Mejorar la accesibilidad del entorno y los servicios
El primer paso para que una piscina, o cualquier lugar o establecimiento, sea accesible es que su entorno, acceso, edificaciones y servicios vinculados también lo sean.
Es decir, que el parking, la taquilla, entrada, restaurante, tienda o vestuarios cumplan con los parámetros de accesibilidad. Parking con plazas destinadas y reservadas para personas con discapacidad o movilidad reducida. Rampas en la entrada o salida si fuese necesario, así como la adaptación de los vestuarios o aseos.
Es aconsejable que las piscinas cuenten con equipamiento específico adicional, como una silla de ruedas para agua, para que las personas con discapacidad o movilidad reducida la utilicen en la piscina o en las duchas.
Borde de la piscina
El entorno de la piscina contará con una banda de unos 50 centímetros de ancho de material antideslizante tanto en seco como en húmedo. En este caso, los bordes de la piscina contara con una textura y un color distintos al resto del pavimento, quedando claramente diferenciados.
Los «lavapiés» quedan absolutamente prohibidos en el perímetro de la piscina. En cuanto a las rejillas, en caso de que hubiese, tendrán un ancho máximo de 6 milímetros y su color contrastará con el del pavimento y con el revestimiento de la piscina.
Acceso a la piscina
Los expertos señalan que las piscinas deberían de tener un acceso común para todos los usuarios. Este se puede lograr con la instalación de una rampa con pendiente suave, que cuente con pasamanos firmemente anclados.
En el caso de ser una piscina grande, debería de contar con más de un acceso accesible para personas con discapacidad o movilidad reducida.
Para señalar la profundidad de la piscina debe de ser visible desde el exterior. Para ello puede utilizarse el color del borde para señalar las distintas profundidades existentes.
Rampas
Las rampas son el modo de acceso más recomendado por los expertos. El ancho debe de rondar entre los 82 y los 95 centímetros, con una pendiente que no se mayor al 8%. La rampa, tanto en la entrada como en la salida, estarán al nivel del pavimento, sin escalones.
En este caso, debe de contar con un doble pasamanos a dos alturas en ambos lados. Este no debe continuar por debajo del nivel del agua, ya que se convertiría en un obstáculo.
Además, se recomienda que al entrar en la piscina se levante un muro, o al menos un zócalo, para que la persona en silla de ruedas no se deslice por debajo del pasamanos de manera accidental. Cobra vital importancia en este aspecto el pavimento que se utilice, que deberá ser antideslizante.
La entrada de la rampa será la zona más peligrosa, ya que cuando hay poca profundidad de agua es más fácil resbalar. Para que esto no ocurra, los expertos aconsejan asegurar una mayor adherencia con productos especiales para tratar baldosas.
Con estos productos lograremos una ligera abrasión que creen una superficie más rugosa y por tanto menos resbaladiza. Otra opción pasa por utilizar piezas de revestimiento de poco tamaño, lo que aumenta el número de juntas y mejora así la adherencia.
Por último, al final de la rampa debe existir una zona plana de 1,5 metros de largo en la que silla pueda maniobrar y girar. En este caso, la profundidad del agua no puede superar los 75 centímetros.
Como hemos indicado antes, las profundidades de estas zonas debe estar bien indicadas y ser visibles desde afuera. El objetivo de esto es que la persona pueda comprobar desde fuera si el usuario puede utilizar o no la piscina.
Se deberá comprobar el carácter de la superficie, la pendiente, la subida vertical y la anchura mínima (en rampas), la localización y medidas de los descansillos, la distancia pasamanos-rampa y pasamanos-muro y la correcta fijación y diámetro de los pasamanos.
Grúas y elevadores para el acceso
Esta es una de las opciones más utilizadas. El objetivo de la grúa o elevador es facilitar la entrada o salida del agua de las personas con discapacidad o movilidad reducida.
Incluso logra que estas personas sean independientes, ya que muchos elevadores pueden ser usados sin ayuda por ellos mismos. Tiene un manejo sencillo y no suele requerir un gran esfuerzo ni habilidad para su uso.
Los expertos aconsejan que su instalación sea en una zona de agua en la que la profundidad no sea mayor de 1,2 metros. Todo ello teniendo en cuenta en los casos en los que se requiera la ayuda de una persona desde dentro del agua.
Como es obvio, el camino hacía el elevador debe de ser accesible para personas con discapacidad o movilidad reducida.
Se deberá contemplar el tamaño del espacio libre, la ubicación, la altura, la anchura, los reposapiés y reposabrazos del asiento, la ubicación y características de los controles y mecanismos de operación, la movilidad vertical y el peso mínimo que debe poder soportar.
Sistemas de transferencias
Tanto si son muros como escaleras o gradas, hay que comprobar el espacio libre, la altura, la profundidad y las características de la superficie del sistema de transferencia y sus peldaños, así como la localización de los pasamanos.
En el caso del muro, se suele situar en el borde de la piscina, a ras con la superficie del agua. Su altura similar a la del asiento en silla de ruedas (unos 45 cm).
Esto permitirá al usuario aparcar en paralelo y pasar fácilmente de la silla al muro y desde allí al vaso de la piscina. Para ello se tendrá que apoyar en barras o asideros perpendiculares a la piscina y anclados al muro.
Otra opción es la instalación de gradas o escaleras. Este es un sistema de transferencia que cuenta con una serie de escalones que se van introduciendo en el agua. En este caso, el usuario en silla de ruedas pasa a la plataforma y luego va bajando los escalones.
En estos sistemas tiene mucha importancia el revestimiento, ya que los usuarios se irán arrastrando sobre ellos. Por ello, contará con materiales que no resulten abrasivos y que tengan todas las aristas redondeadas
Escaleras
Para que las escaleras de la piscina sean accesibles deben de tener una anchura mínima de 1,20 m. Además, deben contar con huellas antideslizantes y con una banda de color contrastado en el borde de cada uno de los peldaños.
Los pasamanos serán de color contrastado y rugosos para evitar que la mano resbale. Se deben colocar a ambos lados de la escalera y a doble altura: 70 y 90 centímetros. Las escaleras de patas serán de un color fuertemente contrastado y de un material antideslizante en peldaños y barandillas.
Otros criterios sobre de una piscina accesible
Además de todo lo citado con anterioridad, todas las piscinas debería de cumplir con estos requisitos si quieren ser accesibles:
- El fondo de piscinas debe ser suave, sin rugorisades extremas, ni cantos y demarcaciones que alerten sobre la profundidad.
- Deben existir itinerarios accesibles que conecten la entrada, los vestuarios, los aseos, el bar, la salida, la tienda, o cualquier otro servicio que pueda existir dentro del recinto de la piscina con el vaso. Si la puerta de entrada a la piscina es diferente de la de salida, serán de diferente color. Las rejillas que cubren sumideros deben ser seguras y fijas.
- Los márgenes de la piscina deben tener una anchura mínima de 1,80 metros y ser firmes, estables, antideslizantes, y evitar reflejos. Los bordes del vaso deben ser redondeados para evitar roces y cortes. Además, contaran con una protección blanda para evitar golpes. Todo el perímetro de la piscina estará señalizado con una franja antideslizante de 50 centímetros de ancho y de textura y color contrastados con el pavimento circundante.