Los huevos son un alimento de gran valor nutricional para las personas, destacando especialmente por su contenido en proteínas, vitamina B12 o vitamina D. Si bien, los consumidores deberían prestar más atención a la cáscara de lo que se cree.
Un huevo está formado por la clara y la yema, pero no hay que olvidar la cáscara, que podemos decir que es el envoltorio que alberga el contenido comestible del huevo. Esto es así si nos ceñimos al huevo puramente como alimento.
Si bien, en ocasiones, la cáscara pude advertir al consumidor de que el huevo no se encuentra en buen estado; incluso antes de cocinar el alimento o de sacar de la cáscara.
En cualquier caso, un método para observar si un huevo se encuentra en buen estado es introducirlo aún con la cáscara en un vaso con agua y un puñado de sal. Si el huevo se hunde querrá decir que está fresco, mientras que si sale a flote podría indicar que se encuentra en mal estado. Así lo aconsejan desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
Limpiar la cáscara del huevo
En ocasiones, al comprar huevos en un establecimiento o algún supermercado, la cáscara puede encontrarse algo sucia. Este hecho se observa aún más en el caso de personas que cuentan con granjas con gallinas ponedoras de huevo para su propio consumo.
En cualquier caso, es importante limpiar de forma adecuada los huevos antes de conservar en el frigorífico y también antes de consumir.
Hay que tener en cuenta que desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) no recomiendan lavar la cáscara de los huevos antes de conservarlos en la nevera. Esto es así debido a que la cáscara de los huevos cuentan con una fina capa de cutícula que evita que los gérmenes puedan entrar al interior. Al lavarla, esta película podría eliminarse.
Modo seguro de limpiar los huevos
Teniendo en cuenta todo lo expuesto anteriormente, lo adecuado sería limpiar la cáscara de los huevos justo antes de su consumo, ya que eso no generará ningún tipo de riesgo al eliminar la cutícula protectora y ayudará a evitar que cualquier partícula caiga en el alimento una vez retirada la cáscara.
En este caso, al limpiar el huevo con agua es importante evitar que queden sumergidos, si no realizar una limpieza rápida y superficial. Si esa suciedad no termina de salir, podrías ayudarte con un estropajo de acero que no esté usado y frotar con suavidad.
Finalmente, deja reposar los huevos sobre un trapo de cocina y deja secar uno a uno con papel absorbente instantes antes de cocinar el alimento.
Además, es importante evitar que cualquier trozo de cáscara caigan en la parte comestible del huevo durante su cocinado y mucho menos ingerir cualquier pequeña partícula de cáscara, ya que podría provocar salmonelosis.