Un nuevo estudio ha demostrado que la discapacidad auditiva tienen más del doble de probabilidades de deterioro cognitivo que el resto de la población. Pero esto se triplica en el caso de las personas con discapacidad visual. Así lo recoge un estudio publicado en el Journal of Alzheimer’s Disease Reports.
De esta forma, tanto la discapacidad auditiva como la discapacidad visual se asocian de forma independiente con la discapacidad cognitiva. El estudio señala que cuando un adulto mayor experimentaba tanto problemas de audición como de visión, las probabilidades de deterioro cognitivo eran ocho veces mayores. Aproximadamente la mitad de los adultos de 65 años o más con problemas tanto auditivos como visuales también tenían problemas cognitivos.
Dicho estudio se ha basado en diez oleadas consecutivas de la Encuesta sobre la comunidad estadounidense (2008-2017). Esta es una encuesta anual representativa a nivel nacional de aproximadamente medio millón de encuestados estadounidenses de 65 años o más. En el estudio se incluyeron un total de 5,4 millones de estadounidenses mayores; incluidos adultos mayores institucionalizados y residentes en la comunidad.
La discapacidad y su relación con los problemas cognitivos
«Dado que la mitad de los adultos con pérdida de la visión y la audición experimentan problemas cognitivos graves, la pérdida sensorial podría usarse para ayudar a identificar a las personas en riesgo de deterioro cognitivo y demencia«, ha comentado la autora principal Esme Muller, directora del Instituto de la Universidad de Toronto.
Los autores enfatizan la importancia de considerar las opciones de tratamiento para el deterioro sensorial para apoyar la salud cognitiva de los adultos mayores.
«Es importante que consideremos la accesibilidad de los tratamientos comunes para la discapacidad sensorial, como los audífonos y la cirugía de cataratas. Es posible que aquellos que tienen dificultades para acceder a estas opciones de tratamiento sean más vulnerables al deterioro cognitivo. Se necesita más investigación para determinar si las intervenciones para el deterioro sensorial reducen el riesgo de deterioro cognitivo posterior», ha comentado el coautor Andie MacNeil.