Otorgar un testamento y mantenerlo actualizado, si hay cambios en las circunstancias personales o patrimoniales, es fundamental para facilitar la transmisión mortis causa de tu patrimonio. Pero sobre todo, es idóneo para evitar problemas entre los herederos en el proceso de partición y adjudicación de la herencia.
El testamento es el acto mediante el cual, una persona expresa su voluntad sobre el destino que debe tener su herencia tras su fallecimiento. Cabe recordar, que la herencia de una persona incluye el conjunto de bienes, derechos y obligaciones titularidad del mismo al momento del fallecimiento.
Lo normal es otorgarlo ante notario, aunque también es válido, si cumple una serie de requisitos, el testamento manuscrito realizado por una persona y que se denomina, testamento ológrafo. Por otra parte, también existen una serie de documentos denominados en el Código Civil como ‘especiales’, que deben llevarse a cabo bajo una circunstancias especiales. No obstante, lo habitual es hacerlo ante notario.
Cuando una persona fallece con testamento, estamos ante una herencia testada. Esto significa, que la transmisión de su herencia se realizará de acuerdo con las disposiciones testamentarias que haya otorgado. Una de las múltiples razones por las que una persona decide comparecer ante un notario a realizar este documento, tiene que ver con la protección de su patrimonio e intentar evitar problemas entre los herederos.
UN BUEN TESTAMENTO PARA PROTEGER TU LEGADO
La división y adjudicación de bienes tras el fallecimiento si no hay testamento, puede ser muy engorroso, e incluso llevar a conflictos familiares muy serios. Al no existir disposiciones que regulen el procedimiento, las disputas familiares están a la orden del día y se generan tensiones innecesarias potenciadas por una situación muy difícil, como es, el fallecimiento de un miembro de la familia.
Por este motivo, otorgar testamento, además de prevenir peleas, es la única forma de intentar conseguir que tus deseos se cumplan en cuanto a la distribución de tus bienes tras tu fallecimiento. Es el instrumento que te permite, siempre con el respeto a las legítimas, hacer un reparto más justo de acuerdo con tu criterio.
No obstante, cuando una persona fallece sin haber otorgado testamento, es decir, hablamos de una herencia intestada, el reparto de la herencia se realizará de acuerdo con las disposiciones legales establecidas pare el derecho común en el Código Civil. por tanto, aquí no tiene relevancia la voluntad del testador.
LA IMPORTANCIA DE LA REDACCIÓN DEL DOCUMENTO
Para conseguir el objetivo de evitar problemas entre los herederos, es fundamental que el testamento esté estudiado y bien redactado. Para ello, el testador debe acudir a un profesional experto en materia de sucesiones, a quien le transmita lo que quiere que ocurra con sus bienes el día que fallezca, para que este le aconseje cómo debe hacerlo y evitar los problemas de reparto entre los herederos.
Como regla general, un testamento consigue este objetivo en la medida en que realiza un reparto lo más individualizado posible de los bienes, aunque no siempre es posible. Aquel documento que dice que le deja todo a los hijos a partes iguales, no resuelve dicho problema. Es decir, es igual que si no hubiese realizado testamento.
Como la vida está llena de cambios, tanto en lo personal como en lo patrimonial, a veces es necesario que el testamento sea modificado para adaptarlo a las nuevas circunstancias y que siga cumpliendo su objetivo. Puede que sea para incluir nuevos bienes, eliminar o agregar beneficiarios, o ajustar las disposiciones de este documento de acuerdo con tus necesidades cambiantes.