Somos un país de sol, alegría y buena gastronomía. Y esta combinación debe ir siempre bien ‘regada’. Por ello, contamos con una gran tradición cervecera y una amplia variedad de vinos autóctonos. Son productos tan de nuestro día a día, que es posible que no sepamos nombrar más de dos ingredientes de cada uno de ellos. Y es que en realizad, lo cotidiano a veces es lo más desconocido. Sin embargo, puede que nos sorprenda el proceso que este tipo de bebidas pasan y los compuestos que se añaden.
Levadura y malta son los ingredientes que se nos vienen a la cabeza cuando pensamos en la composición de la cerveza. No obstante, si nos hablan del lúpulo y obviamente el agua, no nos sorprende. Sin embargo, hay un ingrediente que a buen seguro ni te imaginas. Y esto, a pesar de que existen estudios que estiman que cada español consume de media 50 litros de esta bebida al año. No nos extraña que España sea uno de los principales consumidores de cerveza en el mundo.
Si pensamos en vino sin embargo, la uva es el ingrediente fundamental. Tintos, blancos, rosados, dulces, generosos… España cuenta con una amplia variedad de este producto que además, tiene un amplio prestigio fuera de nuestras fronteras. El clima y la variedad de suelos, hacen que contemos con un fruto de gran calidad y múltiples variantes. Por lo tanto, el vino es también santo y seña de nuestro país. No obstante, también cuenta con un ingrediente que seguro no imaginas.
Cerveza, vino y el ingrediente sorpresa
Por curioso que pueda parecer, estás dos bebidas tan laureadas y diferentes a la vez, cuentan con un ingrediente común. Y es que si lo piensas, no son tan distintas… Bueno, al menos en su fin. Ambas están destinadas al disfrute, buen sabor y brindis de buenos momentos. Son símbolo de grandes fiestas, acontecimientos, brindis de grandes causas y cierre de importantes acuerdos. Bebidas que además, han resistido siglos de historia. Porque no, no son un invento moderno.
En la cerveza, se conocen dos datos importantes de su historia que demuestran que llevan mucho tiempo en este mundo. Por un lado, su origen. Y es que se data este hecho en Oriente Medio en el año 4000 a.C. Por otra parte, parecen que fueron los egipcios quienes dieron con la receta de la cerveza más parecida a la actual. De hecho, cuenta la historia que en tiempos de Ramsés II se llegaron a producir en torno a cuatro millones de litros de cerveza al año. Lo cual significa que estaba bastante extendida.
En cuanto al vino, ya imaginamos que el legado viene de lejos también. Pues la conocida ‘bebida de los dioses’ es símbolo de grandes imágenes de la antigua Roma. Sin embargo, se sitúa su origen en el año 6000 a.C. en el territorio que hoy ocupa Armenia. Al menos, así lo indican testimonios arqueológicos encontrados en ese lugar como una bodega para almacenar bebida. No obstante, la documentación sobre el cuidado de la vid, cosecha y prensado de las uvas nos llega desde los griegos en el siglo VII a.C.
Iguales en finalidad y distintas en esencia. ¿O no?. Porque como hemos avanzado anteriormente, la cerveza y el vino tienen algo en común. Estas dos bebidas comparten un ingrediente que no te imaginas: La cola de pescado. Esta se obtiene de las vejigas natatorias de ciertos peces como el bacalao, el salmón y muchos otros peces. Increíble, ¿Verdad? Pues más sorprendente es su uso. Y es que se añade a estas bebidas porque es un blanqueante depurador. De este modo le da un aspecto más limpio y apetecible.