Llegan unas fechas en que una buena parte de la sociedad le gusta celebrar las navidades utilizando pirotecnia. El mal uso de ella y sobre todo en lugares donde residen personas y animales, hace que para muchos de ellos, la diversión de algunos sea el sufrimiento de otros.
Y es que los animales y algunas personas, sobre todo aquellas que son sensibles al ruido, pueden provocarle un tremendo terror al estruendo de la pirotecnia. En esta ocasión hablamos de niños y niñas con autismo.
Una de las principales características de estos niños es que padecen un desorden del procesamiento sensorial, tienen los sentidos exacerbados, y especialmente el oído, percibiendo los ruidos de manera aumentada. Son hipersensibles a los sonidos y a las luces, por lo que los espectáculos de fuegos artificiales se convierten en una auténtica tortura para ellos.
El estallido y estruendo de los fuegos artificiales y petardos, le generan un gran estrés y alteración, en los que muchos de ellos gritan, lloran, se tapan los oídos e incluso en ciertas ocasiones, se autolesionan por la crisis que le pueden provocar estas situaciones.
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Las familias se preparan ante la llegada de estos días, incluso preparándoles para lo que pueden vivir e intentar minimizar los efectos. En otros casos no es posible y quienes puedan, deciden alejarse de la urbe para proteger a sus menores.
Por ello, antes de usarlo, piensa en todas aquellas personas y en especial los que tienen autismo. La diversión de algunos, no puede convertirse en el terror de otros.