«Es una evidencia de que la discapacidad sobrevenida asociada al envejecimiento es, ahora mismo, la causa numéricamente mayor de discapacidades», advierte en una entrevista con Europa Press el presidente del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI), Luis Cayo Pérez Bueno.
Pérez Bueno explica que «históricamente» la discapacidad física o intelectual se adquiría con el nacimiento, en los primeros momentos de la vida. «Ahora todo eso ha cambiado y la discapacidad ha pasado de ser originario a ser adquirido», indica, al tiempo que detalla que en la actualidad la discapacidad aparece en la juventud, en la madurez y, sobre todo, en las edades más avanzadas de la vida.
«A mayor edad, mayor proporcionalidad de tener una discapacidad. La prevalencia es mucho mayor y ahora son el grupo más grande dentro de la discapacidad», subraya.
Respecto a la realidad que vive este colectivo, Pérez Bueno indica que muchas de estas personas han llegado a la discapacidad por problemas añadidos de salud, de enfermedades, de patologías o accidentes, por lo que, para ellas, la discapacidad es «algo nuevo».
Cuando estas personas han perdido la vista, el oído, tienen pérdida de memoria o sufren demencia «se enfrentan a algo que no habían conocido en su vida anterior», lo que supone, según señala Pérez Bueno, un «elemento de ruptura».
De este modo, el presidente del CERMI detalla las circunstancias a las que se enfrentan las personas con discapacidades asociadas al envejecimiento como, por ejemplo, que pierdan su autonomía y necesiten ayuda de terceras personas; que su vivienda no es accesible y no está adaptada a sus nuevas necesidades, lo que puede limitar su libertad de movimiento; mayores costes para ayuda asistencial, cuidados, terapias o instrumentos como audífonos, gafas, varillas auditivas, prótesis, entre otras.
«IMPACTO VITAL MUY CONSIDERABLE»
La aparición de la discapacidad en la edad avanzada tiene un «impacto vital muy considerable», destaca Pérez Bueno, que agrega que hay casos en los que las personas mayores con discapacidad tienen que abandonar su hogar y buscar centros especiales como residencias o instituciones. Además, descubren que las ayudas públicas son escasas.
En este contexto, el CERMI ve «urgente» implementar políticas públicas dirigidas a mantener a estas personas mayores con discapacidad en su medio de preferencia, así como disponer de una gama suficiente de apoyos y recursos de acompañamiento para que no se vean forzadas a abandonar su medio. «Tenemos que redimensionar y reconfiguarar los apoyos para que la gente pueda seguir haciendo su voluntad», subraya.
Otra dimensión es el mayor gasto que tienen que afrontar las personas que tienen una discapacidad asociada al envejecimiento y además, cuando dejan de trabajar, tienen «mucha tendencia a estar más expuestas a sufrir pobreza».
Por otro lado, Pérez Bueno aclara que hay otra realidad distinta y es la que viven las personas con discapacidad que se hacen mayores. «Hay muchas discapacidades que ahora están comenzado a descubrir la edad avanzada», indica el presidente del CERMI, que pone como ejemplo, personas que tienen discapacidad intelectual o del desarrollo, Trastorno del Espectro Autista (TEA) o parálisis cerebral.
En este caso, explica que estas personas «nunca habían llegado a sobrepasar los 60 o lo 65 años» porque su discapacidad acortaba la esperanza de vida, y ahora las mejoras médicas, clínicas, de cuidados y de apoyo les permiten vivir más años. «Estamos asistiendo a algo relativamente nuevo», confiesa Pérez Bueno, que añade que «tienen un mapa de necesidades» que se está descubriendo.
Como señala el presidente del CERMI, las personas con discapacidad, que en la actualidad llegan a edades avanzadas, han vivido con la ayuda de sus familias mientras han sido niños, jóvenes y adultos, pero al ir cumpliendo años su entorno cuidador va falleciendo y «se quedan en situación de soledad» por lo que hay que «replantear y rediseñar» todos los sistemas de apoyo. Además, pone el foco en las personas que tienen una discapacidad física, que con el paso de tiempo puede agravarse y volverse «todavía más intensa».
LA DIMENSIÓN PSICOLÓGICA
Así, Luis Cayo Pérez Bueno pone de relieve la diferencia psicológica que, para unos y otros, significa tener una discapacidad, ya que las personas que nacen o adquieren la discapacidad en edades tempranas lo perciben con «naturalidad» porque no recuerdan «haber vivido de otro modo», mientras que las personas que al hacerse mayores tienen una discapacidad creen que han sufrido el deterioro de una función corporal, mental o sensorial.
«Una persona que ha nacido sorda dice ‘Yo soy sordo’, mientras que una persona que se ha quedado sorda a los 70 años y se tiene que poner un audífono dice ‘Yo no oigo'», asegura Luis Cayo Pérez Bueno, que agrega que en el segundo caso se dan periodos de negación y resignación.
Exige al nuevo Gobierno que se constituya tras las elecciones que acabe «de modo inmediato» con el llamado ‘limbo de la dependencia’; apoyos, servicios y recursos para la autonomía personal de las personas con discapacidad mayores, que se adapten a sus preferencias.
Álvaro García Bilbao es el presidente de la Comisión de Envejecimiento Activo del CERMI. Tiene 67 años y desde los 20 aproximadamente tiene una discapacidad que le obliga a desplazarse en silla de ruedas. «Cuando una persona mayor adquiere una discapacidad se tensiona totalmente tanto su vida personal como su entorno familiar y personal», señala a Europa Press.
García Bilbao, que vive en Madrid con su esposa, lucha por la capacidad de empoderamiento de las personas mayores y por el envejecimiento activo. Así, considera que mientras se ha avanzado en el ámbito de la dependencia, no se ha actualizado en el ámbito de los mayores.
«Como personas con discapacidad, hemos estado trabajando por la integración y cuando nos hacemos mayores no vamos a renunciar a estar integrados en la vida, a ese derecho al empoderamiento. Tengo mi propia carrera profesional y he estado trabajando», afirma, para concluir que con personas activas, independientes y útiles.