Hay gente que llega a la playa para todo menos para descansar. No es ninguna exageración, lejos del chiste, porque las familias con niños deben tener siempre en cuenta que hay riesgos que no debemos pasar por alto, aunque siempre saquemos tiempo para el turismo. A la hora de prestar atención en este tipo de cosas, es fundamental que garanticemos siempre la seguridad de los nuestros, y que sobre todo no bajemos la guardia ante los posibles problemas que se pueden presentar en un entorno natural como es la playa. Aquí vamos a darte algunas pautas para que estés más que pendiente de tus pequeños estas vacaciones.
Llega el calor, los meses de verano y con ellos, ideas de posibles trampas turísticas que debemos abordar con el objetivo de poder salvaguardar la integridad de quienes nos acompañan. La nuestra también, porque cuando hablamos de playa, siempre debemos hacer referencia a todo tipo de elementos que componen ese ecosistema en el que siempre somos libres y felices. Hablamos de:
- Un mar
- Presencia de fauna marina
- Horas y horas a la exposición del sol
- Piedras, entre otros
¿Qué peligros no debo ignorar si llevo a los niños a la playa?
Si bien la playa es uno de los grandes paraísos de tierra del verano, los niños suelen ver cantidad de oportunidades de juego y muchos de ellos incluyen carrera, o lanzamientos de arena, por exponer algún ejemplo. Pero claro, también hay algunos peligros que no debemos obviar sobre todo si somos los padres o tutores de los más pequeños. Aquí te dejamos una serie de exposiciones que no debemos sobrepasar:
- El miedo a perderse
- Las mareas y la velocidad de algunas corrientes del mar
- El arena demasiado caliente
- Zonas rocosas y duras donde podemos hacernos daños
- El estado de la propia arena, con posibles elementos de basura como colillas o latas
Esta es la razón por la que debes tener cuidado a la hora de inflar un flotador
Como ves, debemos tener mucho cuidado por diferentes agentes externos y otras circunstancias que se nos pueden venir encima por tantos y tantos motivos en medio de la playa. Desde una colilla mal encendida que podemos pisar y quemarnos, hasta el cristal del vaso roto con el que nos podemos cortar.
Los niños son proclives a la felicidad y olvidan los riesgos a los que pueden estar exponiéndose. Es importante calibrar todo y encontrar el equilibrio entre dejarlos jugar con libertad y no sobreponerlos demasiado a cualquier tipo de peligro, sea más o menos leve. Deben disfrutar con la tranquilidad de que siempre hay quien vela por ellos.