Su hijo tan solo quería jugar al fútbol, hacer amigos y aprender a competir en equipo, así que su padre le apuntó a una escuela de fútbol, sin saber el calvario que estaba por llegarle al pequeño.
El niño de 12 años tiene Asperger y su entrenador no le ponía en los partidos. Su padre, cansado de ver sufrir a su hijo, ya no ha aguantado más la situación. «Lo ha pasado muy mal cada vez que viene de entrenar, diciéndole que no le dé importancia», comentaba José.
La estancia del joven en el equipo ha sido un suplicio según su padre: “Llorar horas y horas… simula lesiones, la gente se reía de él por el poco tiempo que jugaba”.
José sabe que su hijo no será de los mejores, pero era constante en sus entrenamientos y el entrenador no lo sacaba salvo durante los últimos minutos de los partidos ya resueltos, por ello exige minutos tanto para su hijo como para todos, incuso lo llamaba “empanado” durante los entrenamientos, algo que no ha consentido la familia del pequeño.
El pequeño no quiere volver
«Un niño de 12 años no se puede jugar dos minutos un partido de 70, cuando todo está ya resuelto… son los minutos de la basura. Les pido sentido común, si tu apuntas a tu hijo a una escuela de fútbol es para que si el niño no está capacitado como los demás le enseñen, para eso es una escuela de fútbol, me gustaría que me explicaran por qué mi hijo no juega», denuncia.
Sin embargo, estas explicaciones por parte del club no llegaron y el pequeño se ha tenido que ver obligado a dejar el fútbol, su pasión, que se ha convertido en algo a lo que “no quiere volver”.