La historia de Antonín Barák es la de un futbolista que luchó por el fútbol y ha conseguido llegar a la élite a pesar de sufrir ‘bullying‘ o acoso psicológico de pequeño y tener una malformación congénita en la columna vertebral. Cosas que afectaron a su salud mental.
El pasado fin de semana también hizo historia al convertirse en el primer centrocampista del Hellas Verona en marcar un ‘hat-trick’ en la historia de la Serie A. Fue en la jornada 22, que enfrentaba al equipo de Verona contra el Sassuolo.
Además, este premio le llegó a Antonín Barák justo después de volver del Covid-19. «Estoy muy feliz. El ‘calcio’ es bellísimo», aseguraba a las cámaras de DAZN.
Cuando era pequeño sufrió acoso psicológico
Si el pasado fin de semana la sonrisa y la felicidad era el estado de animo del centrocampista, las lágrimas y la ansiedad le acompañaron de pequeño, antes de ser profesional.
Siempre ligado al fútbol, con cuatro años comenzó a dar sus primeros pasos en este deporte. Y lo hizo como portero. El motivo es que su padre formaba parte del Dukla Pribram, el equipo en el que inició su carrera. «Eres demasiado lento», le repetía una y otra vez mientras le obligaba a dar vueltas a la vivienda familiar.
Debido a la presencia de su padre, le acusaron de trato a favor y algunos compañeros se dedicaron a hacerle «bullying». «Pasé por muchas situaciones malas de niño y de adolescente. Nunca había pasado por algo así. A veces llegaba a casa llorando. No estaba bien y decidí cambiar de aires», relata Antonín Barák.
Más problemas en la juventud: una malformación congénita en la columna vertebral
Pero el acoso que sufría de pequeño iba a ser solo uno de los obstáculos que se iba a encontrar el futbolista de la República Checa. A los 17 años le detectaron una malformación en la columna vertebral.
Además, dicha malformación le provocaba un síndrome de fatiga crónica que le tuvo, literalmente, en el ‘dique seco’.
«Durante seis meses estuve totalmente fuera de la escuela, del fútbol, de mis amigos… Había algo mal en mi cuerpo. Fue un periodo de cansancio extremo en el que dormía prácticamente todo el día», recordaba Antonín Barák en DAZN.
Sin embargo, superó estos problemas con un antídoto. «Empecé a trabajar con un entrenador que me puso un entrenamiento específico. Sin él nunca hubiera podido avanzar», reconoce el jugador.
«Habría sufrido más y más, pero poco a poco, a través de un largo viaje, logré volver a correr y a jugar. Esto me dio fuerza. Fue como si hubiera encontrado una segunda oportunidad para una nueva vida. Ahora tengo más hambre para mejorar, crecer y alcanzar mis sueños», matiza Antonín Barák.
Así comenzó a fraguarse la historia de un jugador que se proclamó campeón de la liga con el Slavia Praga (República Checa) en la 2016/17. Así se ganó su pasaporte para llegar a la Serie A, de la mano del Udinese. Tras un gran año, 7 goles y 4 asistencias en la 17/18, la temporada siguiente fue un calvario para él.
Se llevo 166 días apartado del fútbol por cambiar de botas. El cambio de botas le provocó molestias en el Tendón de Aquiles, teniendo una tendinitis. «Continué entrenando y jugando tres semanas más y cuando sobrecargué un lado de mi cuerpo, mi espalda dijo basta».
A la temporada siguiente estuvo en el Lecce, con el que descendería a la Serie B, pero el Hellas Verona lo repescaría en la 20/21, donde se consagró y disfruta del fútbol tras pasar un largo calvario.