Si padeces o has padecido un ictus, una lesión cerebral por traumatismo, esclerosis múltiple, parálisis cerebral o algún tipo de daño en la médula espinal, seguramente ya has oído hablar de la espasticidad, o incluso la sufres en distinta intensidad pero, ¿sabes realmente lo que es y cómo hacerle frente? Se calcula que más de 400.000 personas la padecen en nuestro país.
¿Qué es?
Se define como un “trastorno motor”, es decir, que afecta al movimiento y se produce por un desorden o patología del sistema nervioso, por ello son múltiples las causas que pueden influir en que se produzca un aumento del tono muscular haciendo que sea difícil o incluso imposible movilizar los músculos afectados. Una alteración del sistema nervioso central que provoca un aumento del tono muscular dificultando y/o imposibilitando total o parcialmente el movimiento de los músculos afectados. Además, en sus estadios más severos comporta patrones de posturas anormales, ¿recuerdas al científico Stephen Hawking?
¿Se puede prevenir?
La espasticidad no es algo que pueda prevenirse. Sucede como parte del proceso patológico o de discapacidad, pero a menudo no se le presta la atención debida, e incluso pasa desapercibida; pero es esencial detectarla cuanto antes, tanto por parte de quien la sufre como por parte del entorno, para paliar sus síntomas y/o progreso.
¿Cómo se detecta?
El diagnóstico debe ser realizado por personal experto que, teniendo en cuenta la historia clínica, pueda valorar el tono muscular (Escala de Aschworth), el balance articular, la capacidad de movimiento, la capacidad funcional en las actividades diarias, la marcha, los espasmos musculares, el patrón de afectación, etc.
¿Se puede curar?
La espasticidad no se cura (sólo en aquellos casos en los que la lesión es muy leve y también se cura), pero sí puede tratarse y desde varios puntos de vista a la vez, mediante medicación, rehabilitación, higiene postural, empleo de férulas e incluso cirugía ortopédica o neurocirugía según los casos.
¿Puede ser positiva la espasticidad?
Aunque la espasticidad tiene numerosos efectos negativos –alteración del movimiento, incontinencia urinaria, alteración del sueño, etc.-; puede tener también, en algunos casos, efectos positivos como reducir la hinchazón de piernas, favorecer las transferencias o disminuir el riesgo de trombosis venosa.
Más información:
Puedes consultar la completa y extensa Guía para las personas que conviven con espasticidad accesible de manera gratuita en la página web www.convivirconespasticidad.org.