Un nuevo avance para las personas con discapacidad visual. Y es que un paciente con una forma genética de ceguera infantil ganó visión después de un tratamiento. Las labores llevadas a cabo en Penn Medicine (Estados Unidos), que duraron más de un año, han permitido que el paciente recuperará la visión, según han comprobado investigadores del Scheie Eye Institute de la Facultad de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania.
La terapia se conoce como ARN experimental en el ojo. Los resultados del caso, detallados en un artículo publicado en ‘Nature Medicine’, muestran que el tratamiento provocó cambios marcados en la fóvea, el lugar más importante de la visión central humana.
El tratamiento fue diseñado para pacientes diagnosticados con amaurosis congénita de Leber (LCA). Este es un trastorno ocular que afecta principalmente a la retina, que tienen una mutación CEP290. El CEP290 es uno de los genes más comúnmente implicados en pacientes con discapacidad visual o que tienen esta enfermedad.
Los pacientes con esta forma de LCA sufren de discapacidad visual severa, que generalmente comienza en la infancia. «Nuestros resultados establecen un nuevo estándar de las mejoras biológicas que son posibles con la terapia de oligonucleótidos antisentido en el LCA causada por mutaciones de CEP290. Establecimos un comparador para las terapias de edición de genes actualmente en curso para la misma enfermedad. Esto permitirá la comparación de los méritos relativos de dos intervenciones diferentes», han detallado los expertos.
Asimismo, en un ensayo clínico internacional los participantes recibieron una inyección intraocular de un oligonucleótido antisentido llamado sepofarsen. Esta pequeña molécula de ARN actúa aumentando los niveles normales de proteína CEP290 en los fotorreceptores del ojo. Además, también mejora la función de la retina en condiciones de visión diurna.
Ganancias continuas de visión tras las inyecciones
Además, en un estudio publicado en ‘Nature Medicine’, encontraron que las inyecciones de sepofarsen repetidas cada tres meses dieron como resultado ganancias continuas de la visión en 10 pacientes. El undécimo paciente recibió solo una inyección y fue examinado durante un período de 15 meses.
Antes del tratamiento, el paciente tenía agudeza visual reducida, campos visuales pequeños y sin visión nocturna. Después de la dosis inicial, el paciente decidió renunciar a las dosis de mantenimiento trimestrales, porque la dosificación regular podría provocar cataratas.
Después de una sola inyección de sepofarsen, más de una docena de mediciones de la función visual y la estructura de la retina mostraron grandes mejoras que respaldan un efecto biológico del tratamiento. Un hallazgo clave del caso fue que este efecto biológico fue de absorción relativamente lenta.
Y es que, los investigadores vieron una mejora en la visión de estas personas con discapacidad visual después de un mes. Si bien la visión del paciente alcanzó un efecto máximo después del segundo mes. Lo más sorprendente es que las mejoras se mantuvieron cuando se probaron más de 15 meses después de la primera y única inyección.
«Este trabajo representa una dirección realmente emocionante para la terapia de ARN. Han pasado 30 años desde que aparecieron nuevos medicamentos que usaban oligonucleótidos antisentido de ARN, aunque todos se dieron cuenta de que estos tratamientos eran muy prometedores. La estabilidad inesperada de la zona de transición ciliar observada en el paciente hace que se reconsideren los esquemas de dosificación de sepofarsen, así como otras terapias dirigidas al cilio», han zanjado los expertos.