Fundación Pelayo apoyará a Down España para evitar la exclusión digital del colectivo con discapacidad intelectual ya que, como recuerdan en un comunicado, debido a la pandemia de COVID- 19, el acceso a las nuevas tecnologías se ha convertido en imprescindible, lo que ha originado un universo digital en el que encontrar prácticamente todo lo que se necesita.
Para las personas con discapacidad intelectual o síndrome de Down, estas Nuevas Tecnologías son, además, un método de aprendizaje y un instrumento que facilita su evolución, constituyendo una de las claves para su completa inclusión en la sociedad.
Sin embargo, ha quedado en evidencia la falta de accesibilidad tecnológica a la que se enfrentan diariamente estos colectivos, lo que provoca una brecha digital que acrecienta aún más las desigualdades que existen entre la población general y las personas con discapacidad intelectual.
Por ello, desde Fundación Pelayo se ha decidido apoyar a Down España, a través del concurso anual de proyectos, para impulsar un proyecto de inclusión tecnológica llamado ‘Balmis digital’, un programa gracias al que se enviarán e instalarán equipos informáticos en centenares de hogares de personas con síndrome de Down de toda España que se encuentren en situación de exclusión económica y, por tanto, no pueden acceder al apoyo educativo ‘online’ que necesitan.
La brecha digital, un gran problema para las personas con discapacidad
En este contexto y, por noveno año consecutivo, la Fundación Adecco, con el apoyo de Keysight Technologies Spain, presenta el informe Tecnología y Discapacidad, un análisis que basa sus conclusiones en una encuesta realizada a 300 personas con discapacidad entre 18 y 50 años en búsqueda activa de empleo.
En informes anteriores, una conclusión se desprendía de forma recurrente: las nuevas tecnologías (NT) y la Inteligencia Artificial (IA) se han convertido en aliadas imprescindibles para la mejora y normalización de la vida de las personas con discapacidad, así como en su acceso al empleo. No en vano, la irrupción de adaptaciones tecnológicas y la mayor flexibilidad que permiten los dispositivos digitales, han permitido aportar su talento a muchas personas con discapacidad que hasta el momento permanecían excluidas del mercado laboral.
Sin embargo, la era pos-COVID-19 alerta sobre una realidad que es necesario visibilizar: todavía son muchas las personas con discapacidad víctimas de la brecha digital y que encuentran barreras para acceder a las nuevas tecnologías. Un hecho que podría abocarlas a la exclusión absoluta en un contexto en el que lo digital ha adquirido una importancia sin precedentes, tanto a nivel social como profesional (la búsqueda de empleo se realiza mayoritariamente online y fórmulas en auge como el teletrabajo solo son posibles a través de las nuevas tecnologías).
Mayor riesgo de exclusión y privación material
Las personas con discapacidad constituyen uno de los segmentos de la población más expuestos a la exclusión, con una participación en el mercado laboral muy inferior a la media y tasas de desempleo superiores. Por todo ello, registran valores mucho más elevados en los índices de pobreza y/exclusión con respecto al resto de la población, y no es una cuestión coyuntural, sino que viene reflejándose de forma continuada en el tiempo.
Antes de la pandemia, cerca de una de cada tres personas con discapacidad (31,3%) en Cataluña, se encontraba en riesgo de pobreza y/o exclusión, según el índice AROPE, porcentaje un 28% mayor (7 puntos porcentuales) que el que soportaban las personas sin discapacidad. Por otra parte, la tasa de riesgo de pobreza de las personas adultas (18 a 64 años) con discapacidad, alcanzó en 2018 el 28,2%, la cifra más alta de toda la serie histórica. En la misma línea, la privación material severa entre las personas con discapacidad alcanzaba el 8,4% en la era pre-COVID-19, un 90% (4 puntos porcentuales) superior a la registrada entre las personas sin discapacidad.