Al hablar de discapacidad intelectual nos referimos a alteraciones en la función cognitiva que son significativamente inferiores al promedio, lo que dificulta la comprensión y la respuesta ante diversas situaciones cotidianas. Se estima que alrededor del 1% de la población en España padece algún tipo de discapacidad intelectual.
Las causas de la discapacidad intelectual son variadas y pueden tener diferentes orígenes. Pueden ser prenatales, ya sea debido a factores genéticos o a condiciones adquiridas por la madre durante el embarazo, como una infección. También pueden originarse por complicaciones durante el parto o ser adquiridas después del nacimiento, debido a infecciones, traumatismos, desnutrición, exposición a tóxicos, entre otros factores.
¿Qué es la discapacidad intelectual?
La discapacidad intelectual se caracteriza por limitaciones significativas en el funcionamiento intelectual y en la conducta adaptativa, las cuales se manifiestan durante el periodo del desarrollo.
Puede deberse a diversas causas, como factores metabólicos, infecciosos o cromosómicos, y puede originarse en diferentes momentos: antes del nacimiento, durante el parto o a consecuencia de una enfermedad grave en la infancia.
Con la discapacidad intelectual, las habilidades sociales y prácticas se ven afectadas, es decir, aquellas habilidades diarias necesarias para vivir, trabajar y participar en la comunidad. Estas incluyen la comunicación, las habilidades sociales e interpersonales, el autocuidado, la vida doméstica, el autocontrol, las habilidades académicas básicas (lectura, escritura y matemáticas), el trabajo, el ocio, la salud y la seguridad. Se considera que existe una limitación en las capacidades adaptativas si hay un déficit en al menos dos de estas áreas en comparación con niños de la misma edad y cultura.
Es importante destacar que la discapacidad intelectual se manifiesta cuando una persona con limitaciones significativas interactúa con su entorno, dependiendo tanto de la persona como de las barreras u obstáculos que presenta dicho entorno.
Según el grado de facilitación del entorno, la discapacidad se expresará de manera diferente. Por lo tanto, la discapacidad intelectual no es una condición fija e inmutable. Se modifica a lo largo del crecimiento y desarrollo biológico del individuo, así como por la disponibilidad y calidad de los apoyos que recibe, en una interacción constante y continua entre el individuo y su ambiente.
Tipos de discapacidad intelectual
La discapacidad intelectual no se limita a síndromes específicos, como puede ser el Síndrome de Down o el autismo, que suelen ser los más conocidos.
Los tipos de discapacidad intelectual se clasifican según el cociente intelectual, una medida que evalúa la capacidad cognitiva en comparación con la población de la misma edad.
Es fundamental comprender los diferentes tipos de discapacidad intelectual para entender mejor sus desafíos.
¿Cómo se puede medir la capacidad intelectual?
La capacidad intelectual generalmente se mide a través de pruebas estandarizadas como la Escala Wechsler de Inteligencia (WISC-V). Estas pruebas proporcionan una cifra que indica el cociente intelectual (CI) de la persona, reflejando la diferencia entre su edad mental y su edad cronológica.
Se estima que la media de la población tiene una puntuación alrededor de 100, por lo que dos desviaciones estándar por debajo de la media (un CI de 70 o inferior) indican discapacidad intelectual.
Aunque la discapacidad intelectual está presente desde el nacimiento o la infancia temprana, muchos niños no muestran síntomas evidentes hasta la edad preescolar. Por eso, la detección prenatal y las pruebas de cribado del desarrollo realizadas rutinariamente por los pediatras son cruciales para un diagnóstico temprano.
Grados de discapacidad intelectual
Las manifestaciones de la discapacidad intelectual pueden variar significativamente en su gravedad. Según el CI y el nivel de autonomía de la persona, se han identificado cuatro tipos de discapacidad intelectual:
Leve
La mayoría de las personas con discapacidad intelectual se encuentran en este rango, con puntuaciones de CI entre 50 y 70. A pesar de tener habilidades cognitivas y de aprendizaje algo retrasadas, suelen adaptarse al sistema educativo y desempeñar actividades profesionales. Sus habilidades sociales suelen ser relativamente adecuadas y solo necesitan ayuda ocasional para desenvolverse.
Moderado
Las personas en este grupo tienen un CI entre 35 y 50, lo que significa que enfrentan mayores dificultades cognitivas, especialmente en el procesamiento de conceptos complejos. Pueden mejorar sus habilidades mediante entrenamiento y desempeñar trabajos poco cualificados bajo supervisión.
Igualmente, tienen la capacidad de establecer relaciones sociales, aunque su habilidad de comunicación es limitada. Además, pueden desplazarse de forma autónoma por lugares familiares y participar en actividades sociales con apoyo.
Grave
Las personas con discapacidad intelectual grave, que tienen un CI entre 20 y 35, generalmente requieren supervisión y apoyo constante. Experimentan retrasos significativos en la adquisición del lenguaje y su capacidad de comunicación es limitada.
Pueden aprender a reconocer algunas palabras escritas y entender comunicación social básica. Asimismo, son capaces de realizar tareas simples con asistencia y supervisión. Sin embargo, tienen muy poca autonomía.
Profundo
La discapacidad intelectual profunda afecta solo al 1-2% de los casos. Estas personas enfrentan serias dificultades cognitivas, sociales y prácticas, además de otras discapacidades asociadas. A pesar de ello, disfrutan de relaciones con personas familiares y pueden participar en actividades diarias con un apoyo significativo.
¿Existen tratamientos disponibles para la discapacidad intelectual?
En el caso de la discapacidad intelectual, el enfoque del tratamiento se concentra principalmente en ayudar a la persona a desarrollar su máximo potencial en el ámbito educativo, social y práctico.
Este tratamiento implica la participación de diversos profesionales como médicos, psicólogos, logopedas y terapeutas ocupacionales, quienes colaboran para diseñar un plan individualizado. Este plan considera tanto las fortalezas como las debilidades de la persona con discapacidad, así como las necesidades de su familia.
La discapacidad intelectual se debe en gran medida a la falta de apoyo, no solo al bajo CI. Por lo tanto, el uso de fármacos, terapias y adaptaciones curriculares es crucial para promover un desarrollo más completo y mejorar la calidad de vida del afectado.
Además, el apoyo familiar es fundamental para que estas personas puedan integrarse activamente en su entorno. Es muy importante proporcionarles herramientas prácticas y funcionales que faciliten a la persona con discapacidad mental alcanzar su máximo potencial, al mismo tiempo que ayuden a la familia a brindar el acompañamiento necesario de manera efectiva.