En España, se estima que 7 de cada 10 niños sufren todos los días algún tipo de acoso y ciberacoso, según expone el estudio de la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras, convirtiéndose en un problema de salud mental grave que afecta a todos los niveles educativos. Los casos más espinosos suelen producirse en la educación primaria y secundaria, causando daños psicológicos traumáticos. Las personas con discapacidad muchas veces son objeto de ese Bullying o Acoso Escolar.
«El acoso es un evento traumático para todos los niños que lo padecen. Debemos trabajar la salud mental tanto del niño que lo sufre como de los acosadores si no queremos que arrastren secuelas mentales de por vida. Sus consecuencias para las víctimas pueden ser desde leves a graves. Ansiedad, depresión, baja autoestima, estrés postraumático, problemas con las relaciones, incluso generar conductas autodestructivas como la autolesión o pensamientos suicidas», asegura la psicóloga Ana Lucas.
Víctimas versus maltratadores
Aunque resulta difícil determinar un perfil de un niño que sufre acoso, ya que puede afectar a cualquier niño o adolescente sin importar su edad, género o estatus, hay ciertas características que aumentan el riesgo de que un niño sea víctima de acoso escolar. «Suelen ser niños inseguros, diferentes o que destaquen de alguna manera, tímidos o introvertidos, con dificultades académicas o sociales. Estos niños no suelen estar integrados en ningún grupo de amigos donde puedan apoyarse y sentirse protegidos» explica la psicóloga.
Los acosadores, en general, suelen carecer de empatía, ya que no reconocen el dolor que están causando a la víctima y pueden justificar su comportamiento. Buscan también sentirse más poderosos y ganar popularidad. Además, suelen tener problemas de conducta y haber tenido problemas en el pasado relacionados con la violencia, la intimidación o la agresión. Pueden también tener dificultades para hacer amigos o establecer relaciones saludables con sus compañeros. Además, suelen tener un bajo rendimiento académico y problemas en la escuela, utilizando el acoso escolar como una forma de desviar la atención.
Trabajar la salud mental
El trabajo psicológico con víctimas y acosadores escolares puede ser un proceso largo y difícil, y que puede requerir un enfoque de equipo que involucre a profesionales de la salud mental, educadores y padres. Sin embargo, con la intervención adecuada y el compromiso de todos los involucrados, es posible ayudarles a prevenir futuros episodios de acoso.
Cuando hablamos de víctimas, el acoso puede tener un impacto significativo en la salud mental de una persona, lo que puede afectar su bienestar emocional, su autoestima, su capacidad de relacionarse y para funcionar en su vida diaria. Trabajar la seguridad, que sepan defenderse a nivel físico o a nivel verbal, tener adultos de referencia que sepan que los van a escuchar y apoyar es esencial para fortalecer a la víctima.
«Muchas veces los mayores le quitamos importancia o les decimos que se defiendan. Pero el problema es que el niño no sabe cómo defenderse y necesita un adulto. Trabajar la autoestima y la seguridad, escuchar y validar los sentimientos del niño afectado es un paso fundamental. Además, es importante enseñarles habilidades para afrontar y resolver conflictos, así como para relacionarse tanto en grupo como individualmente. A medida que el niño adquiera todas estas fortalezas personales y sociales, tendrá más capacidad para gestionar al líder o al malote de turno», comenta Ana Lucas.
Respecto al acosador escolar, a menudo tiene problemas de conducta y emocionales que deben ser abordados para ayudarles a cambiar su comportamiento y prevenir futuros episodios de acoso. Trabajar en la empatía, enseñarles habilidades para resolver conflictos, fomentar la autoestima y aprender a desarrollar una identidad más saludable, así como abordar las dificultades familiares con un ambiente de apoyo y comprensión es crucial para trabajar la salud mental del acosador.