10 errores más frecuentes sobre el autismo

La experta Irene Alonso Esquisábel ha señalado que el autismo es "de dos a tres veces más frecuente en niños que en niñas"

Niño con autismo

La pandemia del Covid-19 ha afectado a todo el mundo. Nos ha cambiado los hábitos de vida y muchos añoramos la vieja normalidad. Pero uno de los sectores más afectados fueron las personas con autismo, que vieron agravadas sus alteraciones conductuales y otras conductas disruptivas.

La rutina, muy importante en las personas con TEA (trastorno del espectro autista), se perdieron: no había colegio, no había terapia y tampoco había ocio.  Según datos de Autismo España, en nuestro país unas 2.000 personas padecen CEA (condición de espectro autista). En cuestiones de género, este trastorno es «de dos a tres veces más frecuente en niños que en niñas», según mantiene la licenciada en Psicología y máster en Psicología Sanitaria Irene Alonso Esquisábel.

Además, subraya que esto varía si se tiene en cuenta la gravedad del autismo. En los casos con discapacidad intelectual acompañante la proporción es de dos niños por cada niña; mientras que en los niños sin discapacidad intelectual, la proporción puede llegar a ser de 15 niños por cada niña.

En el libro ‘El Autismo’, que ha escrito junto al catedrático de Biología celular en la Universidad de Salamanca, el divulgador y profesor José Ramón Alonso; también hace alusión a otra serie de errores bastante extendidos en torno al autismo.

10 errores sobre el autismo

1.- El autismo se desarrolla porque los padres no quieren al niño.

2.- Las personas con autismo nunca mantienen contacto visual.

3.- Los individuos con autismo no pueden mostrar afecto ni responder a las muestras de cariño.

4.- Nunca quieren que los toquen ni encuentran placer en ser abrazados o acariciados.

5.- No desean tener amigos.

6.- Los niños con autismo no pueden sonreír.

7.- El autismo se cura modificando la alimentación.

8.- Las personas con autismo no se dan cuenta de la presencia de otros congéneres, ni son capaces de notar nada de ellos.

9.- Cuando una persona con autismo no responde a una pregunta o no sigue unas instrucciones que antes atendió de una forma correcta es porque quiere llevar la contraria.

10.- Si el niño muestra progresos significa que no tiene autismo.

Se desconoce su origen

También recuerda que, a día de hoy, no está claro su origen, si bien sí se sabe que no hay una única causa, sino que pueden ser múltiples. «Se ha demostrado científicamente que existen ciertos factores genéticos que afectan al desarrollo cerebral (lo que nos llevaría a desarrollar un cerebro atípico), a los que habría que sumarle una mezcla de factores ambientales. No todo se reduce a unos determinados genes (no existe el gen del autismo), ni a un determinado ambiente», advierte la especialista.

A pesar de que aún no sabemos qué causa un CEA, sí señala que nos encontramos en un buen momento, en el que cada vez tenemos más información de esta condición, lo que nos permite entenderlo mejor, trabajar más eficazmente, y poder ayudar a estas personas y a sus familias a llevar una vida lo más plena y satisfactoria posible.

Es más, valora que estos avances en la investigación son los que nos permiten desmitificar ciertas teorías sobre las causas del autismo, como son las de las ‘madres nevera’ o las vacunas. Según recuerda, en los años 40 se plantearon algunas teorías que defendían que el CEA era consecuencia de una falta de amor de sus padres, principalmente de la madre. «Esto llevó a tratamientos tan disparatados como a separar a los niños con CEA de sus padres con el fin de evitar el contacto, generando un sufrimiento atroz y totalmente injusto», lamenta.

Falso mito de la relación entre las vacunas y el autismo

Además, la psicóloga pone en valor que algunas familias creen que existe una relación directa entre las vacunas y el autismo, algo que está totalmente comprobado científicamente que no es así: «Esta idea viene de un estudio publicado por Andrew Wakefield, gastroenterólogo del Reino Unido, que publicó en 1998 un estudio en el que describía a 12 niños que habían desarrollado CEA tras serles administrada la vacuna de la triple vírica. Posteriormente, se comprobó que el estudio había sido un fraude, y Wakefield perdió su licencia para ejercer la Medicina».

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